El 'padre' de la marina nuclear de EE UU critica a las multinacionales de las armas
El veterano almirante Hyman Rickover, de 82 años. de edad, considerado como el padre de la marina nuclear norteamericana, ha dejado el cargo después de haber botado 121 submarinos, desde los primeros Polaris hasta el sofisticado submarino nuclear Ohio, primero de los de la. clase Trident.
Puntilloso en su misión, crítico con las sucesivas administraciones políticas de la Casa Blanca y, sobre todo, agresivo contra el complejo económico-militar de las multinacionales que controlan el mercado de armamento en Estados Unidos, el almirante se despidió ante el Congreso, una vez culminada su carrera.El hombre del programa para la propulsión nuclear naval, en cuya estrategia de submarinos equipados con misiles atómicos se apoya la mitad de la defensa de Estados Unidos, no regaló flores en su adiós a las armas.
Denunció, con brutal franqueza, la influencia de las sociedades multinacionales sobre el Ejecutivo a la hora de decidir en programas de armamento, sin que tengan que asumir -como los Gobiernos- responsabilidades o escrutinios electorales, con más preocupaciones por los beneficios de su firma que por los valores nacionales, según dijo.
Cuando el presidente Ronald Reagan prepara para la próxima semana el envío al Congreso de un presupuesto en el que las partidas militares para 1983 supondrán un gasto probable de unos 240.000 millones de dólares, unos 24 billones de pesetas, el almirante Flyman Rickover no tuvo inconveniente en precisar, en su despedida en el Capitolio, que la Administración gasta demasiado en defensa.
Presiones
Sus 82 años son un lógico argumento para la retirada activa de Rickover, aunque no han quedado descartadas las especulaciones -las hubo en el pasado- depresiones del potente lobby económico-militar para que Rickover dejara paso al vicealmirante Kinnaird McKee, especialista en submarinos nucleares, para responder de este sector de la Navy en el futuro.Un sector de capital importancia para la supremacía norteamericana, dada la dificultad de controlar dónde están los submarinos que pueden disparar sus misiles nucleares, o las previsiones, según Rickover, de que la guerra submarina se jugará bajo los cascos de hielo polares, único sitio del globo donde los satélites espías no pueden determinar la presencia de sumergibles atómicos.
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