El Museo del Prado abre mañana trece salas con su gran colección de pintura flamenca del siglo XVIl
En el mismo acto, Calvo Sotelo entregará los premios nacionales de Artes Plásticas
El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, inaugura mañana lunes, a las 13 horas, la segunda fase del proyecto de reforma, climatización e iluminación del Museo del Prado, realizada en los últimos 20 meses con un presupuesto de 175 millones de pesetas. Coincidiendo con esta inauguración, la primera pinacoteca nacional abre al público 15 salas de planta baja, incluido el salón central principal, con la colección más importante del mundo de pintura flamenca del siglo XVII. El montaje intenta destacar las figuras cumbres de la escuela en esa centuria, de modo especial a Rubens y Van Dyck, y agrupar temáticamente ese fondo, que asciende a 654 cuadros que ocuparían, sin marcos, una longitud de 800 metros lineales. Como la pared disponible es de 385 metros, los responsables de la instalación, después de no pocas discusiones, escogieron un tercio del total del fondo.
La pintura flamenca del Museo del Prado, uno de sus grandes tesoros, incluye 80 Rubens, 25 Van Dick, 54 Teniers, 9 Jordaens, 31 Jan Brueghel, los Adrian Van Utrecht, los Momper, los Parcelly... Desglosadas iconográficamente hay 102 pinturas de tema religioso, 121 mitologías, 102 paisajes, 91 bodegones, 56 retratos, 21 batallas, innumerables sobre: la vida cotidiana en Flandes ... ¿Qué hacer ante este material, en ocasiones de dimensiones espectaculares, con sólo 385 metros de pared lineal?.En primer lugar el pintor Gustavo Torner y Matias Diaz Padrón, este como uno de los grandes especialistas de la pintura flamenca, han discutido los criterios de selección, dentro de la singularidad de la obra de arte (que en este caso era siempre de altísima calidad), que hacen difícil su elección y agrupamiento pues siempre que se decide un sistema se desechan otros, igualmenmte interesantes o justificables. Además, había que discutir con el arquitecto la mejor colocación, en las renovadas paredes de cada sala, de un cuadro u otro, según tamaños, disposición de la puerta de entrada, etcetera.
La solución adoptada ha sido, según el director del museo, Federico Sopeña, "muy acertada". Consiste en colgar en salas especiales las obras de los grandes maestros, separzidas según temas iconográficos, y situar el resto de la selección en salas unificadas por su iconografía, pero con cuadros de diversos autores. Esa ordenación temática refuerza el didactismo de la colección y, al mismo tiempo, mantiene su interés y variedad.
El baile de las musas
La primera de las salas, en la que se va a desarrollar el acto inaugural del lunes y la entrega de los premios nacionales de Artes Plásticas, es la 75, la misma en la que Cela se imaginaba una especie de baile de todas las musas presentes. La preside Apolo, arropado por Atenea, Ganimedes, Clio, Terpsicore, Leda, Venus del Baño y las demás, la última Erato, la musa de la poesía lírica. La siguiente sala, la 61, presenta la pintura religiosa de Rubens, incluida la monumental Adoración de los pastores. Más al fondo están las mitologias, cuyos desnudos, exuberantes y llenos de luz, contrastan con el fondo de la parez, tapizada de rojo. Las tres gracias -¡otra vez Rubens!-, presidiendo a Diana y Calixto, Ceres y Pan, El jardín del amor, el Juicio de Paris o Ninfas y sátiros. Un Rubens excepcional, de gran libertad creadora a pesar de pertenecer esos cuadros a la Contrarreforma y de ser el pintor flamenco un protegido de los Jesuitas. Para Rubens es tambien la sala 60, cuya presidencia puede ser ocupada por cada uno de los retratos seleccionados aunque lo haga el de Felipe II, frente al de Fernando de Austria y el del Duque de Lerma.
"La densidad de la calidad"
El recorrido por las demás salas de la pintura flamenca permitirá encontrar todavia algún otro Rubens, hasta completar los 80 cuadros, colaborando con otros artistas, incluido Van Dyck (Aquiles descubierto), pintor este al que se le dedican dos salas, una para su pintura religiosa (El desprendimiento, La Piedad, La coronación de espinas), y la otra para los retratos de E. Porter y el pintor, Marquesa de Leganés, Un músico, etcetera.
El dolor de escoger
Si el montaje de estas exposiciones ha sido difícil "por el dolor que da el tener que escoger", según expresión de sus organizadores la obra realizada en la sala de Los sentidos, de Jan Brueghel, puede calificarse de magistral por cómo se han superado las dificultades. Se trataba de colgar en una pequeña habitación, de aproximadamente 7 metros por 6 metros, hasta 20 cuadros sin que el visitante perdiera el interés por el conjunto y por cada una de las composiciones. El resultado, partiendo de la famosa reproducción de todos los sentidos, va completando arriba y a los lados, la representación del tacto, del oido, del gusto, del olfato... "La densidad de la calidad", define satisfecho, Gustavo Torner que, en cambio, ponderará "el acertadísimo despilfarro" que supone dedicar una pared de 12 metros para la Adoración de los pastores.
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