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El consumidor español desconfía de los productos congelados

En 1980, España consumió 1,6 kilos de productos congelados por habitante, lo que la coloca en el undécimo lugar del mundo de este tipo de productos, por detrás de países como Italia, Irlanda o Japón. De todos ellos, los más consumidos son los vegetales y los pescados, mientras que la carne sólo ocupa un 2,3%. Estos y otros datos son el fruto de un extenso trabajo sobre el sector de productos congelados, el primero que se hace en España, elaborado por un equipo de expertos bajo la dirección del ingeniero industrial David Pérez Fernández.

A la vista de estas estadísticas, las cifras del consumo español todavía parecen ridículas si se comparan con las de otros países más industrializados. Para el consumidor español, el congelado es un producto de segunda categoría que sólo se utiliza en caso de necesidad. De ahí que tengan más aceptación las verduras congeladas que el pescado o la carne. Sin embargo, este mismo rechazo del consumidor español le lleva a un total desconocimiento del tema, lo que ha generalizado la creencia de que en los congelados se pierden vitaminas y proteínas, cuando éstas se pierden con el simple hecho de cocer los alimentos.Otra consecuencia a la que lleva este desconocimiento está en la descongelación, donde es frecuente que las amas de casa cometan el error de pasar los congelados por agua caliente, con el fin de obtener mayor rapidez, o en saber guardar la cadena del frío, tan importante a la hora de conseguir un producto comestible.

Sin embargo, no toda la culpa es del ama de casa o de los consumidores en general. El sector de los congelados, tan poco promocionado en nuestro país, hace que tanto los productores como los distribuidores y los detallistas no dediquen especial atención a estos productos e incluso que se produzcan fraudes importantes. En el caso de los productores, la poca conciencia del mercado no les ofrece ningún impulso para mejorar o para introducir nuevas técnicas en su servicio. Un ejemplo claro de esto es el que en España todavía no se haya puesto en marcha ningún control para que el consumidor sepa cuándo se ha roto la cadena del frío.

Algo parecido pasa con los conservantes; en concreto, con el famoso bórico, que se utiliza para conservar los mariscos. Al parecer, existen otros productos que podrían utilizarse, y de hecho se están llevando a cabo investigaciones con el fin de dar una alternativa a la conservación. Pero en estas investigaciones no han tomado parte los productores.

En el campo de la distribución, la normativa exige que durante el transporte se mantenga una temperatura constante de dieciocho grados centígrados bajo cero. Esta premisa muchas veces se salta por cuestiones de pura comodidad.

Sin embargo, según todas las estadísticas, el cambio de hábitos en la sociedad española hace que el sector de los congelados tenga todas las posibilidades de ir en aumento.

La hora de la comida, costumbre a desaparecer

En primer lugar hay que tener en cuenta cómo ha cambiado el consumo familiar a partir de la incorporación de la mujer al trabajo. Este hecho ha motivado que las comidas caseras sean rápidas y poco complicadas; además, la comida en el hogar se ha visto sustituida en muchos casos por la que se hace fuera de casa. Y esto último ha provocado a su vez el que en bares y restaurantes sé cocinen más productos congelados que frescos.En el campo económico, también los congelados producen grandes beneficios. Por un lado ayudan a mejorar las estructuras agrarias, ofrecen enormes posibilidades de desarrollo al sector pesquero y provocan un mayor abaratamiento de los productos frescos, al tener que competir éstos con los congelados, sobre todo cuando son de buena calidad.

Por último, los productos congelados ayudan a promocionar el sector de los electrodomésticos, sobre todo a la hora de introducir los congeladores en los hogares.

Todo ello ha provocado el que hayan sido las multinacionales las que se han lanzado al mercado de los productos congelados. En España, donde la demanda todavía es pequeña, cuatro marcas (Findus, La Cocinera, Frudesa y Pescanova) se reparten el 85 % del mercado. De ellas, tres están controladas por las multinacionales Unilever, Nestlé y General Mills.

En el sector de los helados pasa lo mismo. Tres de las marcas más conocidas (Camy, Frigo y Miko) pertenecen, respectivamente, a Nestlé, Unilever y Vivagel.

Otras multinacionales han entrado a formar parte en la producción de congelados; por ejemplo, Belin, empresa líder en Francia en la fabricación de galletas; Nabisco, el gran fabricante norteamericano de pizzas, crêpes y tartas; Bonduelle, el mayor fabricante europeo de conservas vegetales, o Balsen, uno de los grandes productores alemanes de pastas y galletas.

Falta de legislación

En el sector de los congelados, como en el sector alimenticio y alimentario en general, la legislación española está poco clarificada y sin desarrollar. A falta de una ley alimentaria, las normativas se rigen por el Código Alimentario de 1974, el cual, en muchos casos, se ha quedado obsoleto, tanto en relación con los productos mismos como en la legislación de cara a la entrada en el Mercado Común.De toda la normativa general y que afecte a los congelados se puede destacar:

El envasado. Los platos preparados deberán presentarse al consumidor debidamente envasados y rotulados. Los envases podrán ser de vidrio, cerámica, hojalata, aluminio, celofán o los materiales que autorice Sanidad. .

Rotulación y etiquetado. Según el decreto de 7 de marzo de 1975, los productos congelados deberán indicar, además de la marca, el nombre del fabricante o la razón social, la denominación del producto, la lista de ingredientes enumerados de mayor a menor concentración, la temperatura y la fecha de fabricación.

Venta a granel. Según el Real Decreto 512/1977, de 8 de febrero, la venta a granel o fraccionada de los envases originales está absolutamente prohibida. Sin embargo, los fabricantes han denunciado en numerosas ocasiones la aparición de este tipo de venta, que se ha llegado a hacer incluso entre los detallistas.

Transporte. Se deberá efectuar con un equipo suficiente para mantener los alimentos, como mínimo, a dieciocho grados centígrados bajo cero durante todo él recorrido.

Almacenaje en los puntos de venta. Los productos congelados no rebasarán la línea de máximo llenado de los muebles de venta al público, que deberán mantener la temperatura de dieciocho grados bajo cero.

Responsabilidad. La responsabilidad corresponde tanto al fabricante o importador corno al distribuidor, según se trate de problemas de contenido, envases, etcétera, y salvo que haya pruebas en contra.

Aunque el artículo 19 dice que la responsabilidad, salvo pruebas en contra, corresponde al tenedor del producto.

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