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La comisión Constitucional debate el Estatuto de Autonomía Valenciano

La actitud centrista anuncia un plan para anticipar las elecciones, según el PSOE

El Estatuto de Autonomía valenciano puede romper, con consecuencias incalculables, la política de concertación en materia autonómica entre el Gobierno Calvo Sotelo y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El número dos del PSOE, Alfonso Guerra, hizo ayer serias advertencias en este sentido al Gobierno y a Unión de Centro Democrático (UCD) en la sesión de la Comisión Constitucional, en la que UCD y CD lograron introducir serias modificaciones respecto al texto concordado en Benicasim y Peñíscola, que convierte al Estatuto valenciano en inaceptable para la izquierda, mayoritaria en el País Valenciano.Por encima de las dificultades para que el texto estatutario, fruto de la coincidencia UCD-CD, se convierta en ley orgánica -este tipo de ley requiere mayoría absoluta; es decir, 176 votos en el Congreso de los Diputados-, con la oposición socialista, lo que ayer quedó de manifiesto fue la voluntad centrista de imprimir un giro al proceso autonómico valenciano. Fuentes socialistas manifestaron a EL PAIS que esta decisión y el hecho de que Calvo Sotelo no haya parado la operación sólo pueden guardar una relación coherente con el propósito gubernamental, hasta ahora negado, de anticipar las elecciones generales. Las fuentes citadas aseguraron no comprender de otra manera que Calvo Sotelo estuviera dispuesto a perder uno de sus más firmes apoyos para permanecer en el poder: la política concertada con el PSOE en materia autonómica.

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En este contexto adquieren significado las apelaciones hechas ayer por Alfonso Guerra a la condición de consejero del presidente del Gobierno que concurre en el presidente de la Comisión Constitucional, Emilio Attard, a quien pidió que dirigiera hacia Calvo Sotelo las llamadas a la cordura realizadas a través de los medios de comunicación social.La desesperación socialista era visible ayer en la Comisión Constitucional. Los esfuerzos de los socialistas valencianos por alcanzar un Estatuto aceptable para todos se veían, premiados con una « fuga de UCD hacia la derecha», que dejaba al PSOE, a pesar de sus sucesivas renuncias, sin el protagonismo que le correspondía en el mejor estatuto posible, mientras que permanecían los desgarros en el seno del PSOE por no haber mantenido las iniciales aspiraciones autonómicas de la izquierda valenciana.

Por eso, cuando Alfonso Guerra atacó duramente a UCD por la violación del acuerdo con el PSOE y por las consecuencias desestabilizadores de este hecho, y negó a Calvo Sotelo capacidad intelectual suficiente para darse cuenta de que, a cambio de dar «perras a un pregonero en decadencia», creaba para sí «un peligro auténtico», Fernando Abril, destinatario de las diatribas, recordó a Guerra que en la asamblea que dio su aprobación al texto autonómico concordado, el PSOE valenciano se rompió por su ala nacionalista.

Abril recordó a Guerra que los socialistas valencianos estaban por la vía del artículo 151 de la Constitución, y que «sólo los elementos de maduración de febrero hicieron arriar esa bandera», en una referencia que pareció relacionar el espíritu conciliador de los socialistas en la asamblea de Benicasim el 23 de marzo de este año al efecto producido en el PSOE por el intento golpista de un mes antes. Cuando, inmediatamente después, Guerra preguntó a Abril, si el «elemento de maduración» a que se refería era el intento de golpe de Estado, Fernando Abril tuvo la oportunidad de clarificar el alcance de sus palabras, mediante la siguiente observación: «No me refiero al golpe de Estado, como es obvio, sino al esfuerzo de maduración registrado por el PSOE, que en.algunos temas se produjo en febrero ... ».

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La hegemonía electoral en Valencia

La operación centrista parece encaminada a descabalgar a los socialistas de su hegemonía electoral en Valencia, mediante la confrontación de las contradicciones intemas del PSOE con sus sectores nacionalistas, sobre la base de forzar la ruptura entre el enfoque estatal de los socialistas en Madrid y las corrientes autonomistas que tradicíonalin ente nutren las bases del PSOE en el País Valenciano. Para eso, el giro a la derecha de UCD sólo tiene la utilidad de forzar una ruptura más estrepitosa y profunda de la hasta ahora producida en el PSOE valenciano, políticamente incapacitado para defender un estatuto con la denominación, la bandera y la simbología tradicionales de la derecha.Si el PSOE valenciano, presionado desde Madrid, se situó en la frontera con su electorado cuando aceptó cambiar de la vía del 151 a la del 143, introducir una referencia al Reino de Valencia y aceptar la franja azul en la bandera, el texto estatutario resultante de la Comisión Constitucional le empuja a traspasar esa frontera y situarse en franca oposición a la política autonómica de los centristas, aliados ahora a Coalición Democrática.

Por su parte, UCD no puede mantenerse en el poder con una guerra declarada del PSOE, como la que su oposición autonómica en el País Valenciano le presagia. Dentro del propio apoyo parlamentario al Gobierno, los diez diputados de Acción Democrática (el partido de Francisco Fernández Ordóñez) se inhibiría en este problema entre los dos grandes partidos, como ayer lo hizo absteniéndose en la Comisión Constitucional el diputado de este sector Luis Berenguer, quien manifestó después a EL PAIS: «No pretendemos santificar los acuerdos obtenidos en Benicasim, pero sí defendemos la necesidad de un acuerdo, y por ello cualquier modificación que suponga que el Estatuto sea sólo de una parte de los valencianos y no de la inmensa mayoría, no podrá contar con nuestro apoyo».

El Estatuto de Autonomía para el País Valenciano no lleva, pues, camino de lograr los votos necesarios para convertirse en ley orgánica. La operación desencadenada por la convocatoria de la Comisión Constitucional, al filo del fin de año, avala, según las impresiones más solventes recogidas por este periódico, la opinión de que se ha iniciado la campaña de unas elecciones anticipadas.

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