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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La internacional terrorista

LAS BRIGADAS Rojas italianas se han internacionalizado no sólo en el acto del secuestro del general Dozier, sino en el comunicado inmediato. Un largo texto en el que exponen la idea central de que las contradicciones del capitalismo engendran la guerra imperialista", y piden la unidad de acción de los combatientes en frentes antimilitaristas y antinucleares", y, en suma, en una "Internacional socialista". La doctrina esencial del documento -al que han numerado como uno, indicando así la continuación de los textos que consideran teóricos- es que algunos movimentos paralelos, como la ETA en España y el IRA en Irlanda, deben sobrepasar sus miras demasiado pequeñas y demasiado limitadas a temas de patriotismo menor para dar el "salto cualitativo" -frase tomada del viejo lenguaje marxista- y elevar su lucha contra el imperialismo.La capitalización del pacifismo y del enfrentamiento popular contra el rearme parecen indicar una cierta soledad de las Brigadas Rojas, lo cual se confirmaría en una de las más importantes deserciones de sus filas: la de Antonio Pernisco, dirigente del grupo Primera Línea, que ha declarado que la lucha armada está "históricamente vencida y sobrepasada ideológicamente"..

Los indicios que se tienen hasta ahora es que las Brigadas Rojas no van a intercambiar a su prisionero norteamericano o no van a exigir, como en otros casos, que se cumplan determinadas condiciones para su liberación. Se trataría, pura y simplemente, de asesinarlo, quizá tras una mascarada de juicio y una publicación de confesiones reales y supuestas, y con esta ejecución tratarían de dar ejemplo a los otros grupos de terroristas de cómo ha de dirigirse la lucha.

Por otra parte, ni el comunicado ni la acción en sí parecen haber confundido a la opinión pública italiana o a la mundial: el caso del general Dozier ha sido sepultado por el alud de noticias de Polonia o de Israel, y no obtiene un tratamiento tan espectacular como el que esperaban los terroristas. Por el contrario, el mismo riesgo por el que atraviesa la situación internacional hace más impopular, si cabe, esta criminal actuación terrorista.

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Es evidente que el pacifismo condena igualmente el riesgo general de guerra como estos atentados, nutrido como está de una conciencia de peligro y de un sentido del respeto a la vida y la libertad humanas. La suposición de una Internacional terrorista no parece destinada a tener un gran porvenir, y quizá permita y provoque una mayor colaboración entre los Gobiernos de los diferentes Estados para luchar contra esta plaga inmunda de nuestra civilización que es el terrorismo de cualquier signo.

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