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El Gobierno de Washington quiere quitar importancia a su desacuerdo con Tel Aviv

El Gobierno norteamericano se esforzó ayer en quitar importancia a la grave querella que le enfrenta a Israel, a raíz de la anexión del Golán ocupado a Siria.Todos los portavoces oficiales se han negado a comentar las brutales palabras pronunciadas el domingo por el primer ministro israelí, Menájem Beguin, en las que reprochó a Estados Unidos haber adoptado sanciones contra Israel. Los citados funcionarios se limitaron a recordar las declaraciones firmes, aunque moderadas, efectuadas tanto por el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig como por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger.

Los dirigentes norteamericanos insisten en el doble principio que rige sus relaciones con Israel, y que puede resumirse en estos dos principios: Estados Unidos tiene un compromiso histórico con el Estado hebreo, del que sigue siendo el más firme apoyo; pero Washington considera que este compromiso norteamericano no dispensa a Israel del respeto a la ley internacional ni le permite actuar contra los intereses de Estados Unidos.

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Tanto la Casa Blanca como el Departamento de Estado mantienen que el exceso verbal con que Beguin reacciona habitualmente ante sus decisiones "punitivas" sólo sirve para deteriorar al movimiento de simpatía que existe en Estados Unidos hacia el Estado hebreo.

Por primera vez desde que las relaciones entre los dos países conocen fases tempestuosas, ninguna voz influyente se ha levantado para denunciar las sanciones decididas por el Gobierno Reagan.

El abandono del acuerdo entre los dos países, que ha sido anulado por Tel Aviv después de que Washington decidiese suspenderlo, no preocupa seriamente a nadie en Estados Unidos. El Gobierno norteamericano se decidió a aprobarlo de mala gana, con el fin de tranquilizar a Beguin con un símbolo tangible del compromiso de Estados Unidos hacia la seguridad de Israel.

En cuanto al pago de los 200 millones de dólares (cerca de 20.000 millones de pesetas) que Estados Unidos debe efectuar en concepto de bienes y servicios prestados al Pentágono por Tel Aviv, y suspendido el viernes por decisión de Washington, sirve de muy poco a Israel.

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