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La evolución de la crisis polaca

Los franceses multiplican sus manifestaciones de rechazo contra el golpe

Una semana después del golpe militar de Varsovia, el poder socialista, la oposición, los sindicatos, la Iglesia, la Prensa, los intelectuales, grupos socioprofesionales y ciudadanos de todas las categorías sociales de Francia mantienen viva la repulsa contra "el orden moscovita" y multiplican las manifestaciones e iniciativas en favor de la libertad de los polacos.El presidente de la República, François Mitterrand, reitera que "hasta nueva orden no habrá bloqueo alimentario", porque "quienes pasan hambre no son los miembros del Gobierno". Se confirma igualmente el aislamiento total de los comunistas franceses.

En Francia, no pocos intelectuales estiman que la posición del Gobierno de París es tan hipócrita como la de otras capitales de Occidente, pero el lema del mitin del sábado último, en la Puerta de Versalles, organizado por los partidos y sindicatos de izquierda no comunista -"todos somos polacos"-, también responde a algo, hoy, en Francia.

"La tragedia polaca sólo es un asunto interno para quienes sitúan la razón de Estado delante de los derechos humanos". "El pretendido nacionalismo que habría inspirado a Jaruzelski para decretar la guerra contra su pueblo es un artificio demasiado pálido". "Cuando se oye decir que la dictadura nacionalista ha evitado lo peor, hay que responder que lo peor se le ha evitado a la URSS y no al pueblo polaco". Varios millares de personas, durante el fin de semana, en París y en provincias, han aplaudido estas frases en los mítines organizados por la izquierda política sindical no comunista.

El Partido Comunista francés (PCF) y la central de obediencia comunista Confederación General de los Trabajadores (CGT), aislados del resto del país, justifican su actitud prosoviética al estimar que la de los demás es una "posición de aventureros" destinada a "excitar a los polacos".

Las reacciones son múltiples, en algunas empresas importantes los obreros boicotean las fabricaciones destinadas a la URSS. Este tipo de iniciativas tiende a ampliarse.

Los intelectuales, por su parte, proponen que Occidente suspenda todo su comercio con la URSS.

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