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El retrato de Carlos II de Carreño Miranda fue comprado en la subasta de El Quexigal

Sotheby's aclara algunos aspectos de la venta de la obra

El primer retrato del rey Carlos II, realizado por el pintor asturiano Juan Carreño Miranda, fue adquirido por un particular, un arquitecto madrileño, en 420.000 pesetas, en la subasta de la finca de El Quexigal, celebrada en mayo de 1979, y vendido el pasado mes de julio al Museo Provincial de Bellas Artes de Asturias, situado en Oviedo, en seis millones y medio de pesetas, a pagar en dos plazos, según supo EL PAÍS de la casa Sotheby's y del museo asturiano.El cuadro, que salió a subasta catalogado como del taller de Carreño Miranda, y no como obra del gran artista asturiano, nombrado pintor de cámara de Carlos II en 1671, sirvió de modelo a Carreño Miranda para realizar los otros siete retratos hechos al rey hasta 1677, según las investigaciones realizadas posteriormente.

Alicia de la Serna, de Sotheby's, manifestó ayer a este periódico que el cuadro había sido estudiado con atención por los expertos de esta casa subastadora, singularmente por Neil McLaren, conservador de la National Gallery, de Londres, durante veinte años. «Su mal estado de conservación», agregó «aconsejó presentarlo como obra del taller de Carreño Miranda. Por otra parte, nuestros expertos entendían que era de peor calidad que los retratos de Carlos II expuestos en el Kaiser Friederich Museum, de Berlín, y en el Prado. Una casa seria como la nuestra no puede afirmar la autenticidad de una obra si tiene la menor duda. Ahora dicen que no hay duda alguna, y nosotros nos alegramos».

La portavoz de Sotheby's añade que Emlio Pérez Sánchez, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, ex subdirector del Museo del Prado, uno de los Mejores conocedores de la pintura española del siglo XVII, que actualmente avala la autenticidad del cuadro, no pensó lo mismo cuando tuvo la oportunidad de valorar la obra, antes de la subasta, como miembro de la Junta de calificación de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Por otra parte, Alicia de la Serna desmiente categóricamente la afirmación de uno de los directores del Museo de Bellas Artes de Asturias, según la cual algunas obras importantes de El Quexigal salieron de España con destino al Reino Unido. «Esos cuadros fueron declarados inexportables», asegura, «y, en consecuencia, todos se quedaron en España. En realidad se trata de una acusación de una actuación ilegal que no hemos cometido».

Sotheby's sostiene, en definitiva, que el precio que le dieron sus expertos en el catálogo de la subasta, de 600.000 a 800.000 pesetas, es el correcto, teniendo en cuenta el mercado internacional, criterio con el que está en total desacuerdo la dirección del museo de Oviedo.

Los directores del Museo de Bellas Artes de Asturias, Marcos Vallaure y José Antonio Castañón, explicaron a EL PAÍS cómo consiguieron el retrato de Carlos II, que, según los expertos consultados por ellos, es el mejor de los ocho dedicados al rey entre 1671 y 1677. El particular que adquirió el cuadro en la subasta de El Quexigal, cuyo nombre no ha sido revelado, conocía la existencia de este retrato por el catálogo de la colección del infante Sebastián Gabriel, expuesta en 1875. Una vez comprado, lo raspó en el lugar donde esperaba encontrar la firma de Carreño Miranda, y, ante la confirmación de sus sospechas llamó a Diego Angulo, director de la Real Academia de la Historia y ex director del Museo del Prado, quien coincidió en atribuir su autoría al propio pintor asturiano. Jesús Urrea también conoció la reaparición del primer retrato de Carlos II, realizado por Carreño Miranda, y se lo comunicó a los directores del Museo de Bellas Artes de Asturias. «La opinión que nos dio Angulo», afirman, «fue para nosotros definitiva y nos decidimos a comprar el cuadro, sin duda en una cantidad muy inferior a su precio real».

Una vez restaurado, se pudo observar en el retrato la fecha en que fue pintado, 1671; la edad del rey, diez años, y la firma autógrafa de Carreño Miranda. Recientemente fue inaugurada su exposición al público en un acto en el que intervino Emilio Pérez Sánchez, quien reconoció su autenticidad y le consideró como el primer retrato hecho al rey por Carreño Miranda y, sin duda, uno de los mejores.

Una posterior polémica periodística cuestionó la autenticidad de la obra. Sin embargo, las pruebas realizadas con rayos ultravioletas por una restauradora han confirmado que la firma corresponde al pintor asturiano.

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