La crisis económica, clave de las elecciones parlamentarias de hoy en Dinamarca
Los daneses concurren hoy a las urnas, por segunda vez en veinte días, para elegir un nuevo Parlamento, en el marco de una profunda crisis económica, de una acentuada atomización política y de un creciente escepticismo sobre el futuro del país.
El pasado 18 de noviembre tuvieron lugar las elecciones municipales, cuyos resultados más significativos -descenso de la socialdemocracia, incremento de votos para el Partido Conservador y marcado crecimiento del Partido Popular Socialista- proyectan su sombra sobre las elecciones de hoy. Estas, anticipadas respecto al calendario normal como consecuencia de la caída del Gobierno minoritario socialdemócrata de Anker Jorgensen, a comienzos del mes pasado, están fuertemente condicionadas por el problema económico.El paro -que afecta a más del 9% de la fuerza de trabajo danesa, con un alto porcentaje de jóvenes parados-, la crisis del agro y la industria, y la consecuente pérdida de chmpetitividad de los productos daneses a nivel internacional han constituido los temas fundamentales de la campaña electoral. Los problemas de política exterior -particularmente los de la defensa-, los compromisos emergentes de la condición de miembro de la Organización del Atlántico Norte y el tema de la zona nórdica desnuclearizada han cedido lugar en la preocupación de los daneses a los problemas internos antes señalados.
Diez partidos con representación parlamentaria y tres pequeños grupos que pugnan por conseguirla compiten en las elecciones de hoy. En medio de esta atomización de pártidos, los resultados se presentan dificiles de prever y los únicos puntos de referencia que permiten hacer algunas deducciones son las recientes elecciones comunales y las últimas encuestas de opinión.
De acuerdo con éstas, parece incuestionable que el Partido Socialdemócrata acusará una disminución de entre un 5% y un 6% en relación con las elecciones de 1979. Ello pese a ser el partido mayoritario y su líder, Anker Jorgensen, el político más popular de Dinamarca, al que la mayoría querría seguir teniendo como primer ministro.
Posiciones radicales de izquierda
El Partido Conservador, por el contrario, que en 1979 obtuvo el 12,5% de los votos, alcanzará presumibiemente el 16%. Sin embargo, el hecho más relevante de las elecciones, de acuerdo a los sondeos, puede constituirlo la votación del Partido Socialista Popular, que doblará por lo menos sus votos de 1979, hasta llegar a un 10%. A diferencia de lo ocurrido en Noruega, el descontento hacia la socialdemocracia parece haberse canalizado en Dinamarca hacia posiciones de izquierda más radicalizadas.Los otros dos partidos en peso en la vida política del país son el Venstre (izquierda), que, a pesar de su nombre, es un partído burgués al que se le asigna un 12% de los votos, y por último, el Partido del Progreso, de ultraderecha, al que Jorgensen ha calificado de nazi. Su líder es el abogado Mogen Glistrup, que acaba de ser condenado a cuatro años de cárcel por un cuantioso fraude fiscal. Si esto no ha erosionado su imagen entre sus partidarios, éstos pueden en cambio convertirle en mártir con buena renta electoral.
De acuerdo a este esquema, lo que aparece como seguro es que ningún partido obtendrá la mayoría suficiente como para gobernar solo. Ni aun los posibles bloques, entre los cuales el único seguro es la alianza entre el Venstre y los conservadores (Konservativa Partiet), que han estructurado un mismo plan económico para enfrentar la crisis.
Es bastante probable que Anker Jorgensen sea, a pesar del declive de su partido, el encargado de formar nuevo Gobierno una vez más.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.