Reagan y el nuevo derecho del mar
La regulación de la explotación de las riquezas marítimas es de vital importancia para los países del Tercer Mundo que, carentes de la tecnología adecuada, necesitan asegurar la parte que les corresponde. Tras ocho años de discusiones, los trabajos de la Conferencia del Mar para el establecimiento de un nuevo derecho marítimo corren el riesgo de resultar inútiles por la decisión de la Administración norteamericana de revisar en su totalidad el texto oficioso.
En agosto terminó, en Ginebra, un período de sesiones de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que inició su penosa andadura en Nueva York hace ocho años y que, cuando parecía iba a dar fin a sus trabajos con el alumbramiento de un nuevo Derecho marítimo que sustituyera al múltiple y obsoleto -cuando no inexistente- Derecho actual, ve cernirse la amenaza de un fracaso rotundo ante la decisión de la Administración Reagan de revisar todo el texto oficioso.En el texto oficioso se estipula la creación de una autoridad internacional de los fondos marinos -organización a constituir, formada por todos los Estados partícipes- de la empresa, que será el órgano a través del cual la autoridad llevará a cabo directamente actividades extractivas en la zona.
Era natural que en este punto surgieran las diferencias existentes entre los distintos miembros de la comunidad mundial, ya que, a la hora de poner en marcha este mecanismo, los países industrializados son los que disponen de la tecnología necesaria, y, por tanto, pretenden tener el máximo de autonomía.
La potenciación al máximo de esta organización es, por tanto, objetivo primordial para los países en vías de desarrollo, pero no para las potencias industriales, cuyos ,argumentos son de distinto orden. Mientras EE UU advertía que se tardaría años en conseguir la financiación adecuada para emprender los proyectos de explotación, la URSS y los países socialistas eran contrarios a la creación de una empresa supraestatal, ya que, según ellos, acabaría siendo controlada por las sociedades capitalistas. A su vez, el Tercer Mundo mantenía sus tesis, prefiriendo soportar el retraso con tal de que la empresa mantenga una autonomía suficiente.
Una gran riqueza submarina
Es lógico que el tema sea tan controvertido, ya que, de confirmarse plenamente los datos estimados por algunos científicos, se está negociando el control de una verdadera jauja. Pero bajo el optimismo que encierra tal calificativo y bajo el enfrentamiento que el tema suscita late el doble problema de la vulnerable posición de EE UU en relación con el níquel y el manganeso -precisamente dos de los metales de mayor presencia en los nódulos polimetálicos-, de los que es gran importador, y del peligro que se abate sobre los países del Tercer Mundo, que los producen y exportan, derivado del crecimiento de la oferta que su extracción originaría. Los nódulos polimetálicos son pequeñas esferas negruzcas que se encuentran tapizando el fondo del mar sobre vastas superficies y frecuentemente a grandes profundidades, en las zonas planas de las llanuras abisales.
Contienen, en general, gran número de metales no férreos, como níquel, cobalto o vanadio, asociados con óxidos de manganeso y de hierto. Se estima que los nódulos podrían duplicar las reservas mundiales de níquel, cuadruplicar las de cobalto, multiplicar por 2,4 las de manganeso y aumentar en un 17% las de cobre. El paso del actual estadio de exploración a la fase de extracción y tratamiento industrial es perfectamente factible, desde el punto de vista técnico, pues existen dragas que trabajan hasta 4.000 metros de profundidad.
Reconocer el fondo de los mares como patrimonio común de la humanidad constituía, evidentemente, una de las empresas más cargadas de esperanza, capaz de transformar radicalmente el orden internacional vigente en múltiples aspectos.
Sin embargo, pocos años después del inicio esperanzado de la III Conferencia, la desilusión cunde en proporción a las ilusiones que había despertado. La conferencia se encuentra actualmente enmarañada entre la desconfianza, la incertidumbre y la ambigüedad, a pesar de lo dificil que fue llegar a los acuerdos de principio logrados, y de que se ha previsto un último período de sesiones para la primavera del año próximo y la firma del acta final en Caracas para septiembre de 1982.
Desconfianza recíproca que rompe los bloques institucionalizados de países." Incertidumbre ante el rumbo que puede tomar la conferencia, incluído su eventual fracasp, según la actitud que la Administración norteamericana adopte. Y ambigüedad en tanto que se está hoy día más alejado que. nunca de dar cuerpo a la noción de herencia o patrimonio común de la humanidad. Esta se aplica a una zona internacional reducida, cada día más amputada por las apropiaciones efectuadas o que desean efectuar los diferentes Estados, y cuya riqueza potencial se limita únicamente a los nódulos polimetálicos.
Frente a esta indeterminación, una certeza: la victoria del nacionalismo, para cuya explicación se barajan consideraciones políticas o estratégicas y, cada vez en mayor grado, motivaciones económicas.
Derecho de soberanía sobre doscientas millas
De hecho, se señala en el actual proyecto de convención que los Estados ribereños tendrán derecho de soberanía a los efectos de exploración y explotación de.todos los recursos minerales y biológicos del mar, su suelo y su subsuelo, dentro de las doscientas millas marinas a contar desde la costa. Esta soberanía puede llegar a las 350 millas en determinados casos derivados del relieve del fondo del mar, y es ejercible solamente sobre los recursos del lecho marino y su subsuelo, y mediante el pago en especie de unas determinadas contribuciones a la autoridad, en esta última circunstancia. Estos cánones serán repartidos por la autoridad entre los Estados partes de la convención, según criterios de distribución equitativa. Esto supone que cerca del 40% de la superficie oceánica quedará nacionalizada, al tiempo que también lo serán la casi totalidad de los recursos pesqueros, cerca del 90% de los recursos marinos de hidrocarburos y casi todos los potenciales recursos minerales, que además son los más fácilmente explotables por la humanidad.
Un objeto de conquista
De medio, el mar se ha transformado en objeto de conquista. El principal perjudicado es el patrimonio común de la humanidad, que, mermado considerablemente en los últimos años, se ve seriamente amenazado por la posibilidad de que, por la vía de los hechos consumados, las potencias industriales se instalen en él y desaparezca una de las últimas esperanzas que queda de una verdadera cooperación y solidaridad internacionales.
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