Un análisis estructuralista presentado por Vidal Beneyto
El libro Posibilidades y límites del análisis estructural, publicado por Editora Nacional en su colección Cultura y Sociedad, será presentado esta noche en el local madrileño de la mencionada editorial (Gran Vía, 51) por Antonio Hernández Gil, Fernando Lázaro Carreter y José Luis Sampedro. Francisco Umbral actuará de moderador. Vidal Beneyto, sociólogo y escritor , presidente del Comité Internacional de Comunicación y Cultura de la Unesco, presenta en este volumen, del que en el siguiente artículo se hace un análisis, una compilación de diecinueve textos de diferentes estructuralistas sobre el poema Los gatos, de Baudelaire.
Vidal Beneyto entra, según su propia confesión, en el campo de la lingüística, en un intento de enfrentar las ciencias sociales con ellas mismas para determinar la eventual intervención del factor ideológico en el quehacer científico-social. Tras largos años de tanteos y errores llega a la conclusión de que no existe ningún procedimiento, sencillo y complejo, que le sirva para su fin. Lo que busca es encontrar un método que con independencia de la personalidad del analista ofreciera la posibilidad de un tratamiento objetivo de esta materia. Después de acudir al arsenal metodológico de las ciencias de la sociedad y sin encontrar el camino para acercarse a esa materia prima que es el lenguaje natural, penetra en el campo de la lingüística, pues, «si todas las ciencias del hombre y de la sociedad tienen en común la trama sígnica de los lenguajes naturales, parece inevitable que la lingüística, a un nivel, y la semiótica-semiología, a otro, sean llamadas a ejercer funciones de esclarecimiento».Este libro se compone de tres partes. Después de la presentación del profesor Vidal Beneyto, vienen unos prolegómenos sintácticos de Samuel R. Levin, N. Rwet y Coquet, para introducirnos en el cuerpo central del libro, que es un análisis estructural de Roman Jakobson y Claude Lévy-Strauss sobre el soneto Les chats (Los gatos) del poeta francés Charles Baudelaire, publicado en la revista antropológica L'Homme en 1962. Por su brevedad, catorce versos y 111 palabras, permite un análisis minucioso y ofrece una oportunidad excepcional para estudiar las posibilidades y limitaciones del análisis estructural. A continuación vienen diecinueve contribuciones de los más eminentes lingüistas: Riffaterre, Mounin, Ida Mare Frandon, Carlos Blanco Aguinaga etcétera, en una apasionada controversia, dentro de la misma perspectiva científico-literaria, que hace de este libro una experimentación difícilmente superable. Para terminar hay un ensayo de Roman Jakobson, en el que, defendiendo su postura sobre la primordialidad de la lingüística en el análisis poético, responde ampliamente a las objeciones que se le formulan.
En su documentada introducción, el profesor Vidal Beneyto hace un claro resumen de la historia de esta nueva ciencia. A principios de los años sesenta, el estructuralismo irrumpe en Francia con la Antropología estructural, de C. Lévy-Strauss. Muy pronto se pone de moda en París para pasar a continuación a los países anglosajones. Desde sus comienzos suscita múltiples críticas, tanto desde sus presupuestos filosóficos, «la impugnación frontal de la historia, la voluntad de evacuar al hombre, o cuanto menos minimizar su presencia del proceso social», como sobre la utilidad de su metodología «que, a fuerza de querer abarcarlo todo, nada retenía». En España, el estructuralismo no llega a imponerse hasta la década de los setenta, diez años después de su aplicación en distintos campos culturales.
Como es sabido, la poesía es el lenguaje natural «más un algo». Ese algo es el fondo, es decir, el nivel más profundo de comunicación. Dice Roland Barthes: «El estilo se hunde en el recuerdo cerrado de la persona, compone su opacidad a partir de cierta experiencia de la materia, es una ecuación entre la intención literaria y la estructura carnal del autor».
Si la materia a estudiar es tan amplia y compleja como el espíritu humano, con su individualidad enfrentada a las cosas, no cabe la menor duda de que todas las ciencias del hombre podrán ser aplicadas con idoneidad, pero sin olvidar que «en poesía el fondo es la forma», y que ese fondo, ese niás no viene dado por medio del lenguaje utilizado con una estructura y un orden específico, porque sin orden no hay belleza. El propio Baudelaire dice: «Hay en la palabra, en el verbo, algo sagrado que nos impide hacer de él un juego de azar». Ante esta evidencia, los estructuralistas se preguntan si habría que hacer una nueva gramática de la poesía, o ampliar la ya existente, de modo que este orden oculto ligado a los propios ritmos de la naturaleza, que a veces no responde a las reglas de la gramática del lenguaje ordinario, les permita hacer una descripción científica y objetiva del poema y no una interpretación subjetiva y, por tanto, sometida a errores.
Qué duda cabe, como dicen los adversarios del estructuralismo, que hace falta intuición y talento para llegar a la comprensión del poema, pero también es cierto que aunque la verdad es una, los caminos para llegar a ella son múltiples
Terminaré con una frase del profesor Vidal Beneyto que, a mi juicio, resume el espíritu de este libro: «Ni tendría sentido, ni en cualquier caso tendría yo legitimación alguna para terciar en este debate. Pienso que de lo que se trata es de seguir el difícil trazado que diseñan sus múltiples sendas desde la esperanza de la posible emergencia de una vía de penetración fiable y ambiciosamente iluminadora».
Babelia
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