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Los servicios secretos franceses intentan desacreditar al Gobierno Mitterrand

El poder socialista francés choca aún con algunas fracciones de la policía, en especial con los servicios secretos. De unas semanas a esta parte, en varias ocasiones, y ayudados por determinada Prensa, es los sectores han desinformado al poder o han creado un clima de intoxicación con la pretensión de dar una imagen de debilidad del Gobierno del presidente François Mitterrand. El reciente robo de armas en el cuartel Clauzel, de Foix, se apunta como una de las pruebas más evidentes en este sentido.

El pasado lunes, el diario sensacionalista Le Parisien Liberé, sensible a las ideas extremistas de derechas, publicó una información asegurando rotundamente que poseía pruebas demostrativas de que el robo de armas en Foix había sido efectuado por el grupo de extrema izquierda Acción Directa.Esas pruebas eran las siguientes: el líder del citado grupo, Jean Marc Rouillan, había dirigido la operación, y acto seguido se había refugiado en España, "gracias a su amistad en los medios de ETA". Pero, sobre todo, había cometido el error de dejar impresas sus huellas dactilares en la armería del cuartel, descubiertas por la policía, decía el citado diario.

Ayer, Rouillan se presentó en el diario Liberation para desmentir que se encontrara en España, mostró sus verdaderas huellas dactilares y recordó que la policía le vigila de cerca desde que fue liberado gracias a la amnistía concedida por Mitterrand, con motivo de su elección en las presidenciales de mayo último. En algunos medios policiales, en efecto, no se encajó que la generosidad presidencial beneficiara a los miembros de Acción Directa, un grupo que ha cometido varios atentados graves y cuya definición política es imprecisa.

Hace algunas semanas, los servicios secretos franceses SDCE durante algunas horas, pretendieron hacer creer, mediante una falsa información a la agencia nacional France Presse, que el presidente de Chad, Gukurii Uedei, había sido derrocado. Se supone que con el fin de contrariar la política oficial y, así, desacreditarla en vísperas de la cumbre franco-africana en París.

Ya en tiempos del presidente Valéry Giscar d'Estaing, en la "piscina", como se le llama al SDCE, existía una tendencia giscardiana que guerreaba contra otra gaullista. Ahora, el mitterrandismo intenta crear la suya. El compló contra la vida de Mitterrand, del que se ha hablado últimamente, también sería obra de esa campaña de intoxicación fomentada por una minoría policial reacia al Gobierno. Con esta minoría simpatiza, no la oposición legal, "sino una derecha extremista que no acaba de comprender cómo los socialistas están en el poder", declaró una fuente próxima al Gobierno.

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