Nerio Nesi: "La legislación española es todavía demasiado severa con los bancos extranjeros"
P. Cuál fue la reacción interna en banco cuando usted entró?R. En primer lugar, un gran estupor, porque yo no era sólo un hombre de ideas socialistas, sino un miembro de la dirección del partido. Un socialista de cuerpo y alma. El banco cuenta con 30.000 empleados. Fui sometido a un auténtico examen. Se tiene siempre la impresión que los hombres de la izquierda tienen ideas pero les falla la capacidad de ponerlas en práctica. Los hombres del aparato, ante una propuesta nueva, se defienden diciendo: "No se puede realizar". Conmigo este truco no sirvió, porque yo conocía toda la técnica bancaria como el primero le los otros dirigentes.
"Es necesario acabar con las barreras a los bancos extranjeros"
P. ¿Cuáles considera sus primeras victorias desde que entró como presidente hace dos años y medio?R. Lo primero fue un esfuerzo para modernizar el banco, que era enorme pero anticuado. Lo segundo, la descentralización de las decisiones. Como en todos los demás bancos, la característica del Banco Nacional del Trabajo era la centralización de las decisiones. Esto suponía que todo el personal de la periferia las sufría del alto sin participar. La disciplina se regulaba a través del reglamento, no del consenso. Ahora las cosas están cambiando en la dirección opuesta. Me estoy esforzando para que todos se sientan, y lo sean de verdad, corresponsables y partícipes de las pequeñas y grandes decisiones. Y por fin, el problema muy importante de la internacionalización del banco, sin la cual nunca podrá haber competencia con los grandes bancos del mundo occidental. Yo se lo he dicho también a los dirigentes de bancos españoles: No podéis continuar poniendo barreras aduaneras a los bancos europeos, porque, si no, os quedaréis fuera de Europa.
Yo lo considero el problema primordial. El actual estado de inferioridad que existe en el mundo bancario frente al mundo industrial consiste en que el mundo industrial, con la caída de las aduanas, ha podido afrontar el examen de madurez. Nosotros, aún no.
P. Cuando vayan cayendo estas barreras, ¿cuáles serán los escollos más difíciles que tendrán que afrontar tanto Italia como España?
R. Inglaterra tiene Londres, que es el centro financiero más prestigioso del mundo. Pero lo tiene porque posee un nivel bancario técnico de auténtico relieve internacional. Alemania, porque tiene a sus espaldas una de las monedas aún hoy más fuertes del mundo. Antes lo era también Francia. Ahora, un poco menos. Con Barre existía un gran sentido nacionalista que empujaba a los franceses a ser victoriosos en cualquier país donde ponían el pie.
P. ¿Cuáles son las diferencias más importantes entre los bancos italianos y los españoles?
R. Yo diría que los problemas son muy parecidos. España tiene incluso la ventaja de la lengua, con todo un mercado abierto a América Latina. Pero la diferencia fundamental es que el banco en España está prácticamente todo en manos del capital privado. En esto se parece más a los bancos franceses, que estaban en manos de la burguesía y donde cada familia importante tenía su banco propio. En Italia esto no es así. Es el país donde, después de la Unión Soviética, el Estado tiene mayor número de acciones en el banco.
Concretamente hoy, en Italia, el 85% del sistema bancario es propiedad del Estado. Para nosotros no existe, pues, el problema de la nacionalización de los bancos. Si acaso, el contrario. Yo personalmente, aunque pueda parecer paradoja al ser socialista, pienso que en Italia es necesario abrir los bancos al capital privado. Lógicamente el Estado no debe perder la mayoría del capital que hoy posee, porque esto supone un gran poder económico, pero bastaría que mantuviera, por ejemplo, el 55% del capital.
"Soy partidario de la entrada de capital privado en los bancos estatales"
P. Y esto, ¿por qué?R. Vea, por ejemplo, el Banco Nacional del Trabajo que yo presido. Es un banco que debe confrontarse con los mayores bancos del mundo. Necesitamos grandes capitales. El tesoro del Estado no está en grado de hacer frente, hasta el punto que el capital social, que es de 30.000 millones de pesetas, es bajísimo en relación con el volumen real del Banco, que es de cinco billones de pesetas. Por eso es necesario que entren otros capitales. Eso sí, como he dicho, manteniendo siempre el Estado la mayoría del capital. Y esto lo digo no sólo como socialista, sino porque estoy convencido que, en países como los nuestros, el Estado no debe perder el control de los bancos.
P. ¿Cree que es posible bajo el control del Estado llegar a un máximo de eficiencia empresarial?
R. Este es el problema de fondo. El Estado debe mantener el control, pero dejando todo el espacio para que las estructuras técnicas y tecnológicas del banco puedan desarrollarse libremente para poder competir con los mayores bancos mundiales. Y al mismo tiempo, los bancos, para ser verdaderas empresas, deben dar ganancias a sus accionistas. Yo, cada año, casi como un rito, entrego al ministro del Tesoro un talón con los útiles del año.
P. ¿Quién nombra al presidente del mayor banco italiano?
R. El Consejo de Admnistración lo nombran los ministros. A mí me nombró el ministro del Tesoro, pero con la aprobación por escrutinio secreto de las comisiones de Financia y Tesoro del Senado y de la Cámara de Diputados. Esto da una gran fuerza parlamentaria al nombramiento, que mantiene una gran autonomía decisional en el ámbito de los estatutos del banco, en el que existe la asamblea, el consejo, el comité ejecutivo, el director general y, por fin, el presidente, que es a su vez el responsable del comité ejecutivo.
P. Se acusa siempre a los bancos de no ayudar a los pequeños ahorradores. ¿Es verdad?
R. Existe siempre una dialéctica entre los bancos y los ahorradores. Lo sé que no es un problema fácil. Yo creo que hay que ofrecer a los pequeños ahorradores formas distintas de inversión.
P. ¿Cuál cree que debe ser la línea de conducta de los bancos en el futuro inmediato?
R. Una línea internacional y la creación de mayor número de empresas parabancarias. Por eso he insistido que deben caer las fronteras aduaneras, como ha acaecido en el campo industrial. España, en este campo, es aún hoy demasiado severa con los bancos extranjeros.
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