Fuentes Quintana cambia de política
Los economistas nos resistimos al encasillamiento; en realidad, quienes nos encasillan son los medios de comunicación. Con todo, creo no exagerar al afirmar que el economista español más representativo de los últimos veinte años es Enrique Fuentes Quintana, un defensor a ultranza de las políticas de demanda, es decir, de las políticas monetarias y fiscales estabilizadoras. Y esta vocación no se remonta a los años de los planes estabilizadores, que son el arranque de nuestra industrial iz ación moderna, sino que es bien reciente. Su programa de saneamiento económico 1977-1978 se instrumentaba en base a un conjunto de acciones sobre la demanda, en especial las monetarias, porque, aunque Fuentes Quintana era inicialmente un fiscalista de corte claramente keynesiano, se había llegado a convencer de la mayor eficacia relativa de la política monetaria antiinflacionista. Es más, cuando el paro y la inflación se daban cita, carecía de sentido aferrarse al superávit presupuestario para hacer frente a la explosión de precios. Naturalmente aquélla tampoco servía de mucho frente a la nueva enfermedad de la economía, y es que las políticas convencionales de la demanda estaban en crisis. El enfermo se había acostumbrado de tal manera a las dosis que se le administraban de políticas monetarias y fiscales que ya no le hacían efecto alguno.Actuar desde la oferta
El que el economista-líder más representativo anuncie todo un conjunto de medidas para salir de la crisis que actúan sobre el lado de la oferta es enormemente significativo porque, amén de suponer en él un giro muy importante de lo que han sido hasta ahora sus ideas político-económicas dominantes, considero que abre la única puerta, aún disponible, para salir del actual atolladero, y esto, en los comienzos de una década que será decisiva para el porvenir económico de España, no debe ser pasado por alto.
En un libro reciente -La política económica de la transición española 1975-1980 (Unión Editorial, 1981)- creo haber aclarado que la política seguida en España ha sido especialmente desafortunada al combinar las dos doctrinas dominantes hoy en el pensamiento económico- el monetarismo fridmanista y el fiscalismo keynesiano. Porque tanto una como otra se caracterizan por descuidar los problemas del lado de la oferta; esto es del todo evidente en el caso del poskeynesianismo y se puede predicar tambiél de lo que he llamado el monetarismo ingenuo.
Los principales programas que hoy se ensayan en el mundo occidental se mueven todos en esta clase de coordenadas. El programa de François Mitterrand es del más puro sabor poskeynesiano; el de la señora Thatcher en Inglaterra se ha convertido, no lo era, en un programa monetarista ingenuo, algo parecido a lo que sucedió en España con el programa Fuentes Quintana, y entre los asesores del presidente Reagan, la batalla entre monetaristas y economistas de la oferta, como ahora se les llama, es de todos conocida.
La política de oferta es mucho más sutil y en realidad los economistas no han hecho sino comenzar a sentar las bases de su instrumentación. La política convencional de la demanda ponía en manos gubernamentales poderosos instrumentos cuantitativos que van a seguir en ellas, pero cuya acción se sabe ya de escasa virtualidad frente al fenómeno de la staflation. La política de oferta actúa sobre el componente coste de empresa, y no puede decirse que incide sobre magnitudes macroeconómicas menos significativas o importantes, pero sí que escapan, en mayor medida, al control del Gobierno.
El bloque de la política de oferta de un sistema que quiere seguir siendo democrático sólo puede actuar por la vía de la persuasión y del marco de la economía, pero el conjunto de instrumentos de intervención directa es más reducido que el de las políticas convencionales sobre la demanda. Tal vez por ello se habla impropiamente de una vuelta al laisser faire. Como esta idea no la comparto, pero me llevaría mucho más espacio aclararla, es por lo que hoy debemos darnos por satisfechos con sefialar un cambio de actitud que un hombre inteligente tenía que dar tarde o temprano. No lo había dudado nunca. Del Fuentes Quintana nacionalizador al que propone una política de oferta para salir de la crisis han pasado sólo dos años, y esto es un corto espacio de tiempo.
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