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Premio Reina Sofía al pueblo de Cabra por la eficaz integración social de los subnormales

La reina Sofía, acompañada de la infanta Margarita y del duque de. Soria, protagonizó ayer en la ciudad cordobesa de Cabra, dónde se había desplazado en helicóptero, una serie de emotivos actos en torno a los deficientes mentales. El motivo de la visita real era hacer entrega al pueblo de Juan Valera del Primer Premio Reina Sofía concedido por el Real Patronato de Ayuda y Promoción del Deficiente a la ciudad de Cabra, por el esfuerzo en la integración v promoción del deficiente físico y psíquico.

La propia Reina hizo entrega al alcalde, el socialista Juan Muñoz, del pergamino acreditativo, en el balcón del Ayuntamiento, ocupado por las autoridades regionales y provinciales; entre ellas, el presidente de la Junta de Andalucía y el capitán general de la II Región Militar, así como el ex ministro José Solís, alcalde honorario de Cabra, quien fue vitoreado y aplaudido por el pueblo congregado en la plaza.El alcalde, a su vez, hizo entrega a la Reina de una medalla de la Virgen de la Sierra, patrona de la ciudad, que ella colgó de su cuello. Cumpliendo el programa previsto, visitó el centro ocupacional de Promi, donde encuentran empleo varios cientos de deficientes mentales, y la escuela de educación especial Termes para niños deficientes y sordomudos.

Todo arrancó a raíz de una encuesta sobre los hábitats de los subnormales psíquicos, especialmente los de los ambientes rurales del entorno, que enclava a tres provincias: Málaga, Jaén y la propia Córdoba, ampliándose más tarde a las próximas de Granada y Sevilla. Después llegarían deficientes de toda España.

Los resultados de esta encuesta, dirigida por el doctor Juan Pérez Marín (no se trata de un psiquiatra ni tradicional ni lacaniano, sino sencillamente de un médico de pueblo), demostraron la influencia ambiental en la degeneración del enfermo, escondido (como un castigo de Dios) por los padres.

Influencia del trabajo en los subnormales

En una calle del barrio obrero de la capital, Los Olivos Borrachos, Juan Francisco, amarrado con una cadena al gancho de la carrocería de un camión, tomaba el sol. Cada día, familiares caritativos lo ponían allí, como una ropa de pelele tendida a secar en un colgador. Oligofrénico, era el mocoso tonto del barrio. Hasta que entró en Promi.Antonio Roldán era en su pueblo, Villanueva de Tapia, un niño yuntero que caía y se levantaba sobre los surcos, con las manos amarradas a la mancera del arado. Un niño de ojos y cuerpo grandes y una sonrisa como muerta entre sus labios de oligofrénico.

María Luz Castro, con los demonios bíblicos de la epilepsia, complicada con una maladia cerebral, vivía por las esquinas de Córdoba.

Hoy, Antonio Roldán trabaja en los talleres de ebanistería de Promi. Está dado de alta en la Seguridad Social y forma pareja con María Luz, que presta sus funciones en el servicio de limpieza del centro ocupacional que la Asociación de Promoción del Minusválido (Promi) tiene en Cabra, un centro que ha ido conociéndose por el mundo entero.

Una línea de investigación

Hace pocos días, en el concurso de investigación convocado por el Monte de Piedad de Córdoba, con carácter internacional, y fallado el Día Universal del Ahorro, Carlos López, un poliomielítico, sociólogo de la plantilla de esta empresa, ganó el trofeo del concurso de investigación, venciendo a especialistas nacionales y extranjeros, al desarrollar una línea que podría enunciarse así: en el proceso productivo de una sociedad de mercado, el disminuido mental (y en alguna medida, el físico) es un inútil. La sociedad lo margina y aísla. ¿Qué incidencias en su propia subnormalidad tiene esta marginación social? Podríamos, sensu contrario, cuantificarla analizando las modificaciones en sus variables intelectuales, físicas, sociales, eróticas, experimentadas en los sujetos-problema integrados en una experiencia productiva?Es decir, ¿podríamos saber cuántos tontos fabrica deterministamente la sociedad, ponderando en qué medida es capaz de recuperarlos el trabajo normal, la sexualidad normal, la vida de un pueblo que los acepta como si fueran normales y les abre tabernas, discotecas, cines, calles ... ?

Todo esto es posible tabularlo empíricamente en Cabra y en Promi, dos grandes laboratorios abiertos a la vida y a la esperanza.

La Reina de España ha estado en Cabra para comprobar y premiar el esfuerzo de un hombre y el de toda una colectividad, en el que ya se han invertido más de 545 millones de pesetas. Juan Pérez Marín, médico de pueblo, arrancó de posiciones paternalistas y caritativas institucionalizadas, para luego tirar por la borda todos los precedentes.

Es un ejemplo del poder del trabajo de los débiles y una advertencia de que a nivel de asistencia el subnormal es más caro que a nivel de empleo. Y menos digno. La idea básica para este cambio es transformar el concepto asistencial por el ocupacional.

Proyectos de parejas

Del Hospital Psiquiátrico de Córdoba, de los hospitales y centros de subnormales medios y profundos, de las cárceles familiares, llegan mongólicos, sordomudos, oligofrénicos, epilépticos, autistas, parapléjicos y paralíticos cerebrales.Al llegar se les da una palabra, un sitio y, progresivamente, un puesto de trabajo, unos amigos -sanos y enfermos- con los que convivir optativamente en pisos de pequeñas comunidades sufraga dos y atendidos por Promi, a los que acuden después del trabajo, o en la colectividad de la residencia. Por las terrazas, en torno a las instalaciones deportivas, en el bar de Promi, entre ellos, o paseando por el pueblo los deficientes viven una vida nueva.

Antonio Roldán ha pedido permiso al obispo para casarse con María Luz, y lo van a hacer el próximo verano, pese a quien pese. No es la primera pareja. En el verano de 1978, EL PAIS publicó un reportaje de aproximación a Promi. Se conoció entonces el noviazgo de Manuel Murillo e Isabel Arjona. El, oligofrénico que había recibido tratamiento en el Psiquiátrico de Madrid. Isabel, en el de Córdoba. Ella, que previamente se prostituía por las esquinas de Córdoba, se escapó dos veces del hospital. En cada huida «le hicieron una barriga».

Hoy, normalizadas unas cuantas parejas, traen loco a monseñor Infantes Florido, a los canonistas, a los jueces, a los genetistas, al cura Pepe, el de Promi, y, en definitiva, a la última apelación de nuestro concepto de libertad, de los derechos de los demás y del nuestro para reprimirlos.

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