Ramones, la inocencia perdida
Los Ramones, que estuvieron en Madrid ayer y anteayer para medio llenar el pabellón del Real Madrid, plantearon serios problemas de corte psicológico e incluso teológico. La principal de estas disquisiciones es la que sigue: ¿Puede mantenerse la inocencia a lo largo de toda la vida? Hay por el mundo seres iluminados que alcanzan, luego de mucha meditación, un estado beatífico semejante, excepto en el ritmo, al que aparentemente mantienen los Ramones.Pero es que la inocencia de los Ramones, su rock a piñón fijo, lo pedestre de sus capacidades como instrumentistas, sus mítines monosilábicos y casi todas sus demás hazañas han estado demasiadas veces sobre un escenario como para no correr el riesgo de convertirse en sus propias caricaturas, en embalajes vacíos.
Este concierto de los Ramones, la tercera vez que caen por nuestro país, presentaba exactamente tres diferencias con los dos anteriores: Joey Ramone se mueve más y ya no boxea con su brazo derecho, la actuación es un poco menos frenética y hablan metido, en cambio, muchísimo eco. Estos inicios de sofisticación se realizaban sobre las mismas canciones en dos acordes de toda la vida. Canciones que no ganaban nada y, sin embargo, perdían impacto, inmediatez, frescura. Lo cual no significa que pierdan toda la frescura, pero si que de la celebración sectaria y provocativamente imperfecta que significaban los Ramones va quedando cada vez menos.
Y es que el suyo es un drama. Si siguen con el primitivismo, acabarán aburriéndose ellos mismos si buscan nuevas complejidades, es probable que pierdan a su gente, a su base. Sólo hay un grupo capaz de mantener un estilo rasca-rasca a lo largo de los lustros: Status Quo Pero su misma unicidad les señala como excepción dentro de otra regla.
Los Ramones fueron uno de los grupos más importantes de los principios del punk y son de los pocos norteamericanos que siguen manteniendo ese tipo. Se dijo de ellos que habían conseguido profesionalizar el amateurismo, pero esa es una verdad a medias, y aunque la -ente recibiera sus canciones con un cierto fervor y agitar de brazos, lo cierto es que el tipo de excitación que producían se ha ido difuminando. Ahora son un grupo aprisionado por su propia imagen y sus limitaciones musicales.
Si los Ramones eran el primitivismo intrínseco, visceral, personificado, sus teloneros, los catalanes Rebeldes, siguieron su conocido sendero de la antigüedad conceptual, o sea, rockabilly. Los Rebeldes tocan mucho mejor que los Ramones, pero finalmente uno se preguntaba qué tipo de actualidad, de creatividad estaba viendo allí encima y por partida doble. Eso sí, injustas como son de cuando en cuando las masas, a los pobres Rebeldes, que llevaban una buena actuación, les fueron arrojados prontamente todo tipo de objetos, ante lo cual ellos decidieron hacer mutis.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.