En defensa de la democracia
Cuando los implicados en el golpe de Estado comienzan a elevar el tono anterior al juicio, la desintegración de una minoría del partido del Gobierno viene a interpretarse por determinados sectores como una victoria de la sedición, el principio del fin de la democracia.Pero ésta no se sustenta en una minoría parlamentaria, ahí sólo lo está el Gobierno; la democracia está respaldada por la casi totalidad del Parlamento, como institución y hombre a hombre, todo ello puesto en pie por más de 36 millones de españoles.
La primera regla del demócrata es la defensa de su definición, no cabe la desilusión. Si no quiere o no se considera capaz de ocupar su lugar, son muchos los millones de españoles que están dispuestos a hacerlo. Es un irresponsable quien después de ocho meses de haber superado un golpe contra el Estado democrático se permite anticipar nuestro fin por la crisis de un Gobierno. Y, desde luego, un iluso./
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