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El escándalo del aceite

El aceite tóxico detectado en un comercio de San Blas era para canjear, no para vender

El propietario de la tienda de ultramarinos Alimentación Vega, situada en la calle de Amposta, número 1, en el barrio de San Blas, ha iniciado los trámites legales pertinentes contra la Administración pública por difamación. Algunos diarios publicaron ayer una nota distribuida por el gabinete de Prensa del Ayuntamiento de Madrid en la que se afirmaba que en la citada tienda se vendía aún aceite tóxico, concretamente de la marca JAP.Según acta notarial solicitada por el propietario del establecimiento, Tomás Vega, los hechos fueron así: el empleado del establecimiento Julián Donoso, de veintiséis años, que trabaja en la casa desde pequeño, recibió cuatro garrafas de aceite JAP de una cuñada suya para que los llevase a canjear, porque ella carecía de tiempo. Julián bajó al sótano del establecimiento estas garrafas a la espera de tener un rato libre. Al poco apareció en la tienda la Policía Municipal con el fin de realizar una inspección rutinaria" y halló las garrafas, cuyo origen explicó el dependiente. En ningún caso este aceite se colocó a la vista del público, como lo demuestran más de sesenta firmas de clientas. Días después -esto ocurría el pasado 9 de octubre- el Ayuntamiento divulgaba, el jueves su nota de Prensa, previo informe del laboratorio municipal, que había confirmado que el aceite era efectivamente tóxico. Según el industrial afectado por esta noticia, ni siquiera se Id dejó una copia de la denuncia que iban a formalizar. Á pesar de la falta de pruebas, en la nota oficial se afirmaba que se había detectado la venta de aceite tóxico en el establecimiento. Un diario matutino llegó a publicar en portada una foto de dos botellas supuestamente halladas en la tienda. La policía judicial manifestó ayer a este diario que no existe prueba alguna que haga sospechar la intención del industrial de vender el aceite encontrado. Los aceites de esta marca dejaron de venderse en el establecimiento al descubrirse el fraude de la colza, en la primavera pasada, como lo atestiguan las facturas. Hasta ahora ningún cliente del establecimiento ha resultado intoxicado. En la mañana de ayer se produjeron leves enfrentamientos ante la tienda. Por la tarde, en cambio, se procedió a la recogida de firmas. Una mujer de edad, enferma de artrosis, se levantó de la cama sólo para ir a colocar su firma en un pliego de apoyo, «porque a este Julián le he conocido desde pequeño y sé que es muy buen chico ».

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