La reunión de Cancún y el Caribe
Sanear su economía es la mejor ayuda que Estados Unidos puede aportar a los países en vías de desarrollo. Tal es el mensaje que, a menos de dos semanas de la minicumbre de Cancún, el vicepresidente norteamericano, George Bush, que ha comenzado un viaje a América Latina, ha transmitido a los parlamentarios de la República Dominicana. ¿Son los postulados de la libre empresa americana, del bilateralismo de Reagan y de la ortodoxia financiera de la banca mundial? o ¿son los principios de una actitud global, como desean la casi totalidad de los paí,ses del Tercer Mundo?Bush ha hecho una escala de dos días en un mar Caribe en plena ebullición: Cuba, prácticamente movilizada para enfrentarse a cualquier eventualidad, así como la isla de Granada y Nicaragua; Haití, cuyo presidente vitalicio, Jeán-Claude Duvalier, puede preguntarse si sobrevivirá políticamente este año; las pequeñas islas anglófonas, enfrentadas a una baja catastrófica de su principal recurso en divisas, el azúcar; un nuevo Estado independiente, Belice, amenazado por su vecino guatemalteco, y solamente protegido por 1.500 soldados británicos; el Surinam, inclinado a la izquierda; Puerto Rico, cuyo destino de Estado asociado a Estados Unidos es examinado cada otoño en la ONU; Panamá, descontento de la aplicación hecha por Washington de los tratados sobre el canal ( ... ).
El Caribe deberia ser para Estados Unidos la confirmación permanente de que su visión maniquea del mundo es errónea, al menos a largo plazo ( ... ).
Pero una visión del futuro que se niega a considerar la pobreza de las tres cuartas partes del planeta está destinada al fracaso.
¿Qué hacer con esta China latínoamericana -seiscientos milloties en veinte años- que Estados Unidos tiene a sus puertas?
14 de octubre
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