Felipe González intenta convencer a los gallegos para que voten
Felipe González empleó ayer toda su capacidad dialéctica para intentar convencer a los gallegos de que acudan a votar el día 20, «libremente, sin dejarse engañar ni coaccionar por los caciques». El secretario general del PSOE, en el comienzo de su gira por los pueblos de Galicia para apoyar a los candidatos de su partido al Parlamento autónomo, defendió con vehemencia la necesidad de un cambio político y social ante la incapacidad del Gobierno de la derecha.
Doce pueblos de la provincia de Lugo, en la que los socialistas no tienen gran implantación, constituyeron la primera etapa del peregrinaje de Felipe González por Galicia, para predicar la libertad y la renovación de las estructuras políticas en esta tierra que secularmente ha dado sus votos a la derecha. Al concluir en Chantada su recorrido por poblaciones lucenses, el líder del PSOE se mostraba satisfecho por la acogida popular dispensada a su persona y a su doctrina. «Evidentemente", comentó parafraseando a Dylan, «los tiempos están cambiando en Galicia».Con estas palabras, Felipe González expresaba su satisfacción al comprobar cómo en esta ocasión, al contrario que en anteriores campañas electorales, la gente había acudido a saludarle y escucharle, «sin mirar hacia los lados para ver si alguien les vigilaba».
Nareda fue la primera parada de la comitiva socialista en su recorrido por Lugo. Eran las 10.30 horas y se celebraba feria. El recibimiento, como el día, fue frío. Hombres y mujeres mantuvieron la distancia. Solamente un lugareño se acercó a Felipe González, a quien acompañaba Ceferino Díaz, vicesecretario general del PSOE gallego y cabeza de lista por Lugo, para entablar un diálogo sobre la paz y el orden.
La acogida fue diferente en Corbos. El líder socialista fue muy aplaudido por las personas que acudieron hasta el bar de la gasolinera a oírle decir: «Hay que intentar equilibrar la riqueza. La autonomía puede permitir que se atienda por primera vez la voz del pueblo gallego. La derecha está gobernando bastante mal, y no hemos salido del agujero».
"Da gusto oírle"
El ambiente comenzó a caldearse en Baralla y Becerreá, dos municipios donde la abstención fue superior al 80% en el referéndum del Estatuto. Las gentes de estos pueblos no tuvieron reparos en conversar con el popular visitante. Así, cuando Felipe González comenzó a hablar en la primera de las localidades mencionadas: «Como ya les doy mucha lata por televisión, no voy a cansarles hoy», inmediatamente fue interrumpido por un anciano: «Lata ninguna, da gusto oirle», mientras una joven exclamó sin discreción alguna: «Está buenísimo».El fervor felipista tuvo en Becerreá, pueblo natal de los hermanos Rosón, grandes dimensiones. Con el auxilio de un equipo de megafonía para dirigirse a las personas que se habían concentrado en un campo embarrado, el líder del PSOE proclamó: «Hay que sacudirse el yugo del caciquismo. El voto no es un problema de meigas. Comprendo que exista mucha abstención, pero cómo no va a haberla cuando se presiona a los campesinos con no darles créditos y les aseguran a los ancianos que les van a quitar las pensiones.
Al finalizar su breve parlamento, impuesto por el denso programa a desarrollar durante la jornada, las alumnas del instituto de Becerreá se agolparon a su alrededor para estrecharle la mano y solicitarle autógrafos, al tiempo que cuchicheaban «es más alto de lo que parece en televisión». Una mujer le propuso «tienes que hablar gallego», a lo que el secretario general socialista respondió: «Haré un curso especial, pero apenas hablo bien el castellano, porque soy andaluz». Otra vecina apostilló entonces «eso no lo puedes negar». El aludido cerró el diálogo sonriendo: «Ni quiero». De la tierra de los Rosones, la caravana socialista se desplazó a la de Fidel Castro, ya que Láncara, el pueblo donde residen familiares gallegos del líder cubano, fue la siguiente parada. Allí, Felipe González saludó al cartero y declaró su admiración por el verde de aquel valle.
En Puebla de San Julián, el dirigente socialista insistió en la necesidad de que los gallegos acudan a votar el día 20. «Algunos mantienen que a la izquierda le interesa que haya abstención, y eso no es verdad. Voten todos a quien crean que les defenderá mejor. UCD y AP son quienes han estado gobernando en los últimos años. Si están conformes con lo que han hecho, denles su apoyo, pero no se dejen influir. Las pensiones las da el Estado, y no el Gobierno, y además hay que decir que las pensiones las establecieron los socialistas hace bastante tiempo».
Polémica vaquera
La escala de mayor duración fue Sarria, donde después de dirigirse a trescientas personas, mientras una pareja de la Guardia Civil presenciaba el acontecimiento a prudente distancia, la comitiva decidió almorzar. Durante la comida, Felipe González, cada vez que glosaba las excelencias del caldo gallego y exponía su satisfacción por encontrarse en una tierra «tan agradable», expresó su confianza en que los andaluces comprendan su presencia en Galicia precisamente durante los últimos días de la campaña para el referéndum andaluz,Los diálogos con los lucenses fueron constantes a lo largo del recorrido. En Rubián, un hombre le increpó: «En épocas de elecciones nos cuentan todos muchas cosas. Yo he oído que es usted un hombre rico». Sin inmutarse, Felipe González replicó: «En mi familia siempre ha trabajado todo el mundo. Mi padre tenía una vaquería con veinte o veinticinco vacas». Intervino a continuación un compañero del interpelante, que apostilló: «Con veinte vacas no hace falta trabajar». El líder socialista mostró su disconformidad con esta apreciación y resaltó: «Pues las ordeñaba él, y a mano».
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