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LA SUCESIÓN DE SADAT

Hosni Mubarak, un militar que aprendió la diplomacia de la mano de Sadat

Hosni Mubarak, vicepresidente de Egipto, a quien el referéndum celebrado ayer confirmará en los cargos de presidente y jefe de Gobierno, asumidos hasta hace una semana por Anuar el Sadat, es un militar prestigioso cuyas intenciones políticas exactas constituyen una incógnita.A pesar de que desde su acceso a la vicepresidencia, el 16 de abril de 1975, Mubarak, de 53 años de edad, haya sido frecuentemente presentado como el -"hombre de confianza " y "la sombra política" del rais, algunos indicios hacen sospechar que, aun siendo su fiel amigo, orientaba a Sadat hacia una mayor rigidez en política interior.

Pero, antes de convertirse en el número dos de la jerarquía egipcia, Hosni Mubarak efectuó durante veintiocho años una brillante carrera castrense, empezada en noviembre de 1947 con su ingreso en la academia militar y, posteriormente, en la academia del aire, donde permaneció como piloto instructor hasta 1959.

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Nacido el 4 de mayo de 1928 en una familia de clase media de la pequeña aldea de Menufla, muy cerca del pueblo natal de Sadat, en la desembocadura del Nilo, el joven Mubarak destacó lo suficiente durante sus estudios para ser enviado en varias ocasiones a la URSS y aprender a volar en los nuevos aviones soviéticos L-28 y TU- 16. A mediados de los años sesenta residió incluso durante año y medio en la Unión Soviética.

En 1965, a su regreso, es nombrado jefe de una base aérea, pero su verdadera promoción se produce en 1067, durante la guerra de los seis días, tras la destrucción por la aviación israelí de la fuerza aérea egipcia. Mubarak es entonces encargado de reorganizar la aviación militar de su país, tarea que proseguirá a partir de 1969 como jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas y, dos años más tarde, como comandante en jefe.

El éxito de su reorganización se concretó en octubre de 1973, durante la guerra del Kipur, cuando los ataques de la aviación egipcia contra las bases aéreas israelíes se saldaron con la destrucción de numerosos aparatos hebreos. Presentado entonces a la opinión pública junto con el general Sadedin Chazli, ahora exiliado en Argel, como, "un héroe de la guerra", Mubarak asciende a teniente coronel el 6 de octubre, horas después del estallido del conflicto.

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Paralelamente, Mubarak ascendía también en la jerarquía del Partido Nacional Demócrata (PND, oficial), al que se afilió años antes y del que es ahora vicepresidente.

Trabajador y honrado

Año y medio más tarde Sadat eligió a este hombre, que sus colaboradores describían como "trabajador, taciturno, honrado y puntual" y cuyo temperamento era más parecido al de su predecesor, Gamal Abdel Nasser, que al suyo, para convertirle en su primer adjunto. "Me he fijado en ti", cuentan en El Cairo que le dijo el rais, "porque eres un buen militar, pero te queda por aprender la diplomacia". En realidad, Sadat apreciaba en Mubarak, además de su conocimiento del Ejército, su espíritu crítico y su lealtad. Su nombramiento gustó a las fuerzas armadas. El discípulo aprendió la diplomacia. Y, discretamente, recorrió el mundo explicando la política exterior egipcia.

El vicepresidente respaldó sin quebrantos la política exterior de Sadat, marcada por un feroz antisovietismo, siendo incluso él quien presidió en septiembre el consejo de ministros que ordenó la expulsión de Egipto del embajador y de todos los expertos soviéticos, acusados de "conspirar contra el régimen".

Pero aunque verbalmente se haya, pronunciado a favor del proceso de paz con Israel, los observadores recuerdan que desempeñó un papel secundario en las negociaciones de Camp David y nunca ha pisado suelo hebreo. Una de sus misiones consistió, justamente, en mantener contacto con varios dirigentes de los países árabes moderados. Algunos de éstos le consideran como "un hombre menos apresurado que Sadat por normalizar relaciones con Tel Aviv". Todos, coinciden en que antes de la restitución completa del Sinaí a Egipto, prevista para abril de 1982, Mubarak no cambiará un ápice la política exterior.

Los cambios sólo deberían afectar por ahora a la política interior, donde Mubarak parece ser un partidario de la línea dura de cara a todos los extremismos. Su boda con Suzanna, una mujer de origen maltés y cristiano, educada en la Universidad norteamericana de El Cairo, induce a pensar que en materia religiosa es un liberal.

Era sabido en Egipto que, mucho antes que Sadat, Mubarak preconizaba una política de mano dura contra los integristas islámicos

A Mubarak la imagen exterior le importa menos, comenta un diplomático europeo acreditado en El Cairo, "porque no intenta convencer ni galvanizar, sólo busca la eficacia y la estabilidad". Su primera decisión como máxima autoridad de Egipto consistió, el pasado, martes, en decretar el estado de emergencia, instaurar la ley marcial y prohibir cualquier tipo de manifestación.

En la supuesta intención de Mubarak de introducir una cierta dosis de disciplina castrense en la sociedad civil, frente a un Sadat desbordado por los acontecimientos, basaba un número de la revista francesa Afrique Asie (impreso antes de la muerte de Sadat) un plan de la Administración Reagan para acelerar el traspaso de poderes en Egipto. Nada, sin embargo, confirma esta tesis.

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