Calvo Sotelo reitera en El Cairo el apoyo español a la estabilidad egipcia
ENVIADO ESPECIAL El presidente del Gobierno español, Leopoldo Calvo Sotelo, ha reiterado aquí el pleno apoyo de la democracia española a los esfuerzos del régimen egipcio por ver estabilizado el país tras el reciente asesinato del presidente Sadat.
El jefe del Ejecutivo español hizo hincapié en la amistad tradicional existente entre el pueblo español y el egipcio, en el curso de una breve entrevista mantenida con el vicepresidente y candidato a la Presidencia de la República Arabe de Egipto, Hosni Mubarak. Al margen de la ceremonia fúnebre, en la que participaron ochenta delegaciones extranjeras, la delegación española mantuvo encuentros con el rey Balduino de Bélgica, los presidentes de Francia, François Mitterrand, e Italia, Sandro Pertini con el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, y los ministros de Asuntos Exteriores de Italia, Emilio Colombo; Reino Unido, lord Carrington, y Francia, Claude Cheysson.
El ministro español de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, fue recibido esta vez brevemente por Alexander Haig y el jefe de la diplomacia británica, lord Carrington, con quien evocó temas de interés común, según declaró una fuente autorizada de la delegación española. La misma fuente hizo hincapié en la entrevista mantenida por Pérez-Llorca con el secretario general de la Organización para la Unidad Africana (OUA), Edem Kodjo, quien figuraba entre las personalidades presentes en los funerales.
Lo más destacado, sin embargo, ha sido la única presencia de alto nivel árabe del presidente Jafar el Numeiri, de Sudán. Omán y Somalia enviaron, por su parte, sendas delegaciones ministeriales.
Vuelco occidental
El mundo occidental se volcó literalmente en El Cairo ayer para expresar de esta forma su apoyo al régimen egipcio y su propia preocupación por las consecuencias políticas que tiene la brutal desaparición de Sadat.
Al lado de tres ex presidentes de Estados Unidos, Richard Nixon, Gerald Ford y Jimmy Carter, que mantenían relaciones personales con el fallecido rais, figuraron el primer ministro israelí, Ménajen Beguin; los ministros de Defensa, Asuntos Exteriores e Interior de de ese país y varias cabezas reales, como el rey Balduino de Bélgica, y los príncipes Enrique de Dinamarca y Carlos del Reino Unido.
El presidente galo, François Mitterrand, y el canciller alemán, Helmut Schmidt, expresaron también a Mubarak la inquietud de sus respectivos países por la estabilidad de Egipto, mientras el jefe de la delegación oficial norteamericana, Alexander Haig, aseguró a sus interlocutores que EE UU se esforzará por ayudar a Egipto para consolidar su democracia y preservarla de toda tentativa de desestabilización exterior.
Mubarak visitará Washington en enero próximo, para entrevistarse con el presidente Reagan; pero como anticipo de las intenciones del nuevo Ejecutivo egipcio, el vicepresidente Mubarak ha reafirmado que desea concluir las negociaciones con Israel sobre la restitución del Sinaí, mantener relaciones con Tel Aviv y proseguir su política de acercamiento con Estados Unidos.
Arabes y soviéticos, en una reacción común, estuvieron ausentes de las ceremonias fúnebres, aunque algunas capitales moderadas del mundo árabe, como Kuwait, Doha (Qatar) y Abu Dhabi han denunciado el empleo de la violencia en Egipto y han invocado "la compasión de Dios" al referirse al fallecido presidente.
El silencio de Arabia Saudí a propósito de los funerales de Sadat, se explicaría por el hecho de que éstos han coincidido con la festividad religiosa del Aid el Adha (sacrificio de Abraham). Marruecos, en un gesto cargado de significación política, anuló a última hora el envío de su primer ministro, Maati Buabid, a El Cairo, debido a la presencia en esa última capital del primer ministro israelí.
La prudencia manifestada por las capitales árabes (incluso las más radicales se han abstenido de acusar a Mubarak de "continuador de la política de Sadat") se explicaría por el deseo de ver constituido el nuevo Ejecutivo egipcio.
El Gobierno actual y los veintiséis gobernadores existentes en el país dimitirán el próximo miércoles, tal especifica la Constitución. Con anterioridad será celebrado, mañana lunes, un referéndum para confirmar la cándidatura presidencial de Hosni Mubarak.
Controlada difícilmente la situación creada en la localidad de Asyut por el ataque de un grupo armado de integristas musulmanes, el Gobierno egipcio insiste en su voluntad de reforzar la disciplina y el orden internos y proseguir las líneas de fondo de la política exterior trazada por Sadat.
La gran incógnita sigue siendo la actitud que mantendrá Mubarak hacia los demás países árabes, donde parece crecer el convencimiento de que, si no se procediera rápídamente a una reconciliación, podría efectuarse un gesto político relacionado con el tratado de paz con Israel. Las capitales del Frente de la Firmeza confían en que Mubarak adopte una actitud menos conciliadora con Israel.
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