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Un equipo británico recupera 8.000 millones de pesetas en oro del crucero "Edimburgo"

Andrés Ortega

Una expedición británica dedicada a la recuperación de tesoros hundidos en el mar ha establecido un nuevo récord de la especialidad al rescatar un 90% del oro que se hundió con el crucero británico Edimburgo en el mar de Barents durante la Segunda Guerra Mundial. El valor de lo recuperado asciende a unos 8.000 millones de pesetas al precio actual de ese metal. Tras el éxito de la operación, el equipo se ha retirado al puerto soviético de Murmansk.

El Edimburgo transportaba el oro de la Unión Soviética a Londres para pagar a Estados Unidos por las armas vendidas al Ejército Rojo, cuando el 2 de mayo de 1942 se hundió, destruido por un torpedo alemán. Esa madrugada, el Edimburgo, de 10.000 toneladas y botado en 1938, reposaba sobre el mar, fatalmente herido, a 170 millas de Murmansk, de donde había zarpado el 28 de abril. Un primer torpedo le había reventado el casco y un segundo le destruyó el timón. El Edimburgo intentó volvera Murmansk. Sesenta millas en 36 horas y la presencia de destructores alemanes, pero el Edimburgo seguía defendiéndose, después de haber perdido su convoy. Poco antes de las siete de la madrugada del 2 de mayo, un torpedo fatal acabó con él. El almirante Benham-Carter ordenó evacuar el barco y logró salvar a ochocientos de los 850 hombres de su tripulación, que consiguieron escapar a Reikiavik. El almirante mandó, el 9 de mayo, un cable secreto a Londres: "El oro estaba en el compartimiento inundado por el primer torpedo". Cinco toneladas de oro estaban perdidas. El suboficial jefe, Reg Levick, ya lo presentía: "Oro ruso, gotas de sangre". Los cuatrocientos lingotes de oro de calidad, estampados con el águila bicéfala de los zares, reposaban en el mar de Barents, un mar traicionero. Tras la guerra, el Gobierno británico decidió convertir los restos del Edimburgo en una tumba de guerra. Nadie podía acercarse a ella a trescientos metros de profundidad; el oro quedaba olvidado.En 1957, el Gobierno británico decidió permitir que compañías privadas intentaran recuperar ese oro. Todo inútil. Británicos, noruegos y soviéticos fracasaron en sus empeños.

Y llega la nueva tecnología. Durante seis años, la compañía británica Jessop Marine Recoveries prepara la operación. El Stephaniturm, un barco equipado especialmente para este quehacer, con una campana para submarinistas y toda suerte de material eléctrico, está listo para zarpar, con uña tripulación de veinte hombres y diecisiete buceadores y especialistas. Un funcionario de¡ Ministerio británico de Defensa y dos representantes del Gobierno soviético están también presentes.

Trabajo y millones para la organización

El 4 de septiembre se localiza el Edimburgo. Se recupera el primer lingote el 16 de septiembre. Tres semanas de intenso trabajo -veinticuatro horas sobre veinticuatro- y un 90% del oro sube al Stephaniturm mientras este metal precioso- se va asegurando a precios cada vez mayores en Londres. Ningún herido. La operación ha hecho millonarios a sus organizadores, y el martes, el Stephaniturm regresa camino de Murmansk, donde se repartirá el tesoro. Lo que queda en el fondo del mar no es económicamente recuperable.Jessop Marine Recoveries y Wharton Williams, la compañía de Aberdeen (Escocia) que supervisó las operaciones submarinas, se quedarán con el 45% del valor de los lingotes. Según un acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Soviética, sus respectivos Gobiernos, que habían asegurado conjuntamente hace 39 años el oro, se repartirán el resto. Un lingote para el Reino Unido por cada dos para la Unión Soviética, como los funcionarios que supervisaron la operación. A Estados Unidos, que ya recuperó el valor del oro perdido a través de las compañías de seguros, no le corresponderá nada.

El mayor tesoro nunca recuperado de un buque naufragado ha vuelto a la superficie. A trescientos metros de profundidad, en el frío mar de Barents.

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