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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La "moderacionen Polonia

La elección de Lech Walesa para la presidencia de Solidaridad ha dado un resultado más bien pobre: un 55% de los 837 votos de los delegados reunidos en el Congreso. Algunos de esos votos se han conseguido gracias al ultimátum de Walesa, que amenazó con dimitir incluso como miembro del sindicato si no alcanzaba la mayoría absoluta, y con urgentes presiones de última hora que suponían un llamamiento a la conciencia de los votantes: la caída de Walesa hubiera supuesto una rotura del sindicato, probablemente irreparable, y la elección de un radical pondría en peligro la paz y la integridad de Polonia. Con todo ello se demuestra que el carisma de Walesa es menos radiante en Polonia que en el extranjero y que la opción de la línea dura frente a la negociadora y de avance va ganando terreno paso a paso: aunque Walesa haya obtenido la presidencia, algunas votaciones parciales sobre temas concretos han dado resultados favorables a los radicales. La posición de éstos no ha dejado lugar a dudas en sus discursos de candidatura. Los tres aspirantes han empleado frases de pocos matices: "el poder sólo cede bajo la presión", "el sindicato debe ser un martillo apuntando a la cabeza del Gobierno", o más aún: la definición de la amenaza soviética como "un fantasma" al que habría que desafiar hasta el máximo para saber cuál es su verdadera capacidad de respuesta.Incluso habiendo ganado los moderados, el desafío al poder comunista nacional y al soviético es suficiente mente fuerte. Es la primera vez que en un país comunista se celebran elecciones fuera del ámbito oficial, la primera vez , que una oposición queda oficialmente constituida, la primera vez que el mundo del trabajo no sólo se despega de su dirigente natural dentro del régimen, sino que adopta una forma política y económica más allá del ver dadero ámbito del trabajo. Y, como colofón, a partir de este Congreso la irradiación de fuerza de Solidaridad comienza a extenderse a otros países comunistas. La invitación al responsable de los sindicatos húngaros -oficiales-, Gaspar, para que asista al Congreso ha sido respondida por una negativa y con alguna muestra, incluso, de indignación por lo que supone "una injerencia en los asuntos, interiores" de Hungría, pero abre la posibilidad de debates y conversaciones entre húngaros y polacos -de Solidaridad- acerca del papel sindical en un régimen comunista; en Praga se intenta la formación de un llamado "comité preparatorio para la fundación de sindicatos libres", que pide la ayuda de "todas las organizaciones sindicales democráticas" y que ha enviado un mensaje de adhesión a Solidaridad.

Que todo este desafío, impensable hace un año, sea considerado por parte de la opinión polaca como moderado, y que aparezcan con tanta fuerza las opciones de aumentar la presión del desafío indican, sobre todo, que la tensión crece incesantemente. Walesa, al que muchos consideraban hace un año como un audaz irresponsable, queda hoy reducido al papel de un posibilista, a pesar de lo conseguido, que es mucho. Quizá esto plantee al partido y al Gobierno de Polonia la necesidad de aceptar las reformas propuestas por Walesa antes de ver crecer la rama dura dentro de Solidaridad, aunque esta concesión tenga el doble filo de que a partir de ella los sindicatos libres puedan pedir más y más. Puede llegar un momento en que el proceso de la población polaca desborde el triángulo de equilibrio entre el Estado, la Iglesia y Solidaridad.

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