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EL ASESINATO DE SADAT

Moscú recalca sus diferencias con la política exterior, egipcia

La agencia oficial soviética Tass anunció ayer con cierta rapidez el atentado sufrido en El Cairo por el presidente egipcio, Anuar el Sadat. Horas después, con similar puntualidad, erá dada a conocer su muerte.Radio Moscú afirmó ayer, sin embargo, que, la opinión pública estaba descontenta con la política interior e internacíonal de Sadat.

Hasta ayer por la tarde los medios de comunicación soviéticos no habían hecho público aún ningún comentario sobre el atentado de que fue, víctima el presidente egipcio, y el Kremlin guardaba su ya tradicional mutismo.

La muerte de Sadat -el dirigente tercermundista más vituperado por Moscú- pone a los dirigentes soviéticos en un pequeño aprieto. Ayer noche, los observadores occidentales en la capital soviética especulaban sobre la posible calificación que el Kremlin hará del atentado contra Sadat.

Durante los últimos tiempos, la Prensa soviética ha insistido en adjetivar de "inestable" al régimen egipcio. El 20 de septiembre, el semanario Novedades de Moscú ponía en duda la posible supervivencia política de Sadat. A principios de septiembre, la agencia Tass acusaba al fallecido presidente de haber desencadenado "una campafía represiva sin precedentes", y anunciaba que "tarde o temprano la situación en el país desembocaría inevitablemente en una explosión de cólera: popular".

El diálogo entre El Cairo y Moscú parecía casi roto después de que Sadat, junto a Jimmy Carter y Menájem Beguin, concluyeran, en 1978, los acuerdos de Camp David. La crisis se había iniciado ya dos años antes, cuando El Cairo decidió romper su tratado de amistad que le unía a la URSS.

El Kremlin se sentía especialmente herido por haber sido marginado de la cumbre sobre Oriente Próximo. Desde entonces, Moscú fue intensificando su diplomacia árabe para reconquistar el terreno perdido en Egipto. Así, la URSS se volcó hacia los países del Frente de la Firmeza (Argelia, Libia, Siria, Yemen del Sur y Organización para la Liberación de Palestina), no descuidando tampoco el posible apoyo que algunos regímenes "moderados" pudieran prestarle a su iniciativa para la convocatoria de una conferencia sobre Oriente Próximo.

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La cooperación con Egipto en el terreno económico -heredera aún del nasserismo- seguía impulsada por la inercia, hasta que el pasado 15 de septiembre Sadat decidió expulsar al embajador soviético en su país, a seis diplomáticos más y a unos setecientos técnicos de la URSS que trabajaban en Egipto.

El fallecido rais había acusado a Moscú de planear un compló, cuyo fin era derribar su régimen. La respuesta diplomática del Kremlin fue más simbólica que real. El 17 de septiembre, el Ministerio soviético de Asuntos Exteriores daba un plazo de siete días a los miembros de la representación militar egipcia para abandonar Moscú. Los egipcios habían manifestado ya antes sus deseos de cerrar dicha oficina.

La Prensa soviética, obviamente, negó tajantemente que el Kremlin tuviera interés en derrocar a Sadat, y calificó de ridículas las acusaciones que afirmaban que Moscú había prestado apoyo y asesoramiento a la oposición islámica egipcia.

Moscú, activo con los antagonistas de Sadat

Coincidiendo con esta grave crisis egipcio-soviétíca, Moscú se mostró especialmente activo en sus relaciones con los líderes árabes antagonistas de Sadat. Según se comentaba en círculos diplomáticos, Siria había logrado nuevos suministros de armas de la URSS, y el líder libio, Muamar el Gadafi -posiblemente el máximo rival del fallecido rais-, emprendía una visita por el este de Europa y manifestaba que el Frente de la Firmeza se disponía a estrechar sus relaciones con el mundo comunista.

El asesinato de Sadat viene a precipitar posiblemente el cumplimiento de la "profecía" hecha hace tres setnanas por Novedades de Moscú: "Muerto Sadat, es improbable que sobreviva su régimen". Pero precisamente por ello el Kremlin sufre ahora cierto embarazo, que retrasará previsiblemente su valoración del hecho.

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