La crisis internacional afectó a las bolsas españolas
La pasada semana ofreció uno de los decorados más interesantes de los últimos tiempos, en cuanto a las bolsas de valores se refiere. Las operaciones se iniciaron bajo el síndrome del mal momento apuntado por los mercados de valores europeos en la sesión del lunes.La reunión del miércoles, segunda de la semana en España, representó un cambio drástico en la orientación del mercado, igual que el martes varió, para mejor, la trayectoria de las bolsas internacionales. Las mejoras que experimentaron los mercados de valores nacionales tuvieron un alto índice de intervención y el comienzo del derrumbe se planteó en la sesión del jueves, para agravarse el viernes. El papel comenzó a aflorar en casi todos los sectores, y el «pacto de no agresión» que aparentemente se había firmado entre los principales operadores, y que tuvo vigencia durante el mes de agosto y la primera quincena de septiembre, comenzó a resquebrajarse. Esta circunstancia ha determinado que se extendiese un clima de desconfianza entre los inversores, que en general han adoptado las posturas de materializar sus posiciones, situándose en liquidez, y permanecen a la espera de que los acontecimientos determinen el rumbo de los mercados de valores.
Precisamente los acontecimientos extrabursátiles han definido, o al menos han tenido una incidencia muy destacada, en la marcha de los mercados de valores nacionales. Por una parte, el descuelgue de la CEOE de la comisión de seguimiento del ANE vino a representar el primer factor de intranquilidad para los hipersensibles bolsistas. Al día siguiente la patronal desataba una furibunda crítica contra el proyecto de ley de los Presupuestos Generales para 1982, aduciendo que los 700.000 millones de déficit presupuestado constituyen una seria amenaza para el normal desenvolvimiento de las empresas privadas. Incluso existió de una forma más o menos velada una severa crítica a la postura de Calvo Sotelo, hasta ahora santón nunca puesto en duda por las fuerzas empresariales corno responsable en última instancia de este proyecto de ley.
En el ámbito internacional tampoco se mostraron las circunstancias excesivamente esperanzadoras para los inversores en activos inmobillarios. Por una parte, los altos tipos de interés siguen predominando en las economías internacionales. Las reducciones en las tasas de estos indicadores que han realizado algunos de los más importantes bancos norteamericanos no dejan de ser simbólicas. El dólar ha continuado dando muestras de fortaleza, y se ha apreciado frente a un buen número de monedas, pero no frente a la peseta. Las economías europeas acusan una profunda crisis, y la apreciación del marco es una posibilidad inminente.
Y para acabar de cerrar el círculo están las conclusiones de la reunión del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, donde Estados Unidos dejó muy clara su voluntad de no servir como locomotora al resto de las economías occidentales, indicando que cada nación debía afrontar sus propios problemas. Incluso se apuntaron los deseos de la Administración Reagan de limitar las ayudas a los países en desarrollo.
Con este poco esperanzador panorama era realmente difícil esperar un comportamiento favorable de las bolsas españolas.
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