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Gente

Francesca Bertini,

La gran diva del cine mudo, demostró en San Sebastián que guarda a sus inconfesados 93 años una vitalidad envidiable. La Bertini ha suscitado a su paso por el festival donostiarra, al decir de los conocedores, una admiración y un calor popular superiores a los que recibieron en su momento Liz Taylor o Sofía Loren. La diva que participó con dieciséis años en su primera película, La diosa del mar, y un año más tarde en Assunta Spina, rodada íntegramente en las calles napolitanas tuvo ocasión de disfrutar en el hotel María Cristina de una habitación especialmente decorada, con abundancia de cortinajes y tonos rojos, como los que servían de fondo a sus lánguidos desvanecimientos en las historias de amor fatal que tantas veces interpretó para el celuloide. El festival puso a su disposición un Rolls Royce y una colección de pieles para protegerse del frío, y los más apuestos galanes se disputaron su brazo, aunque ella optó por tomar el de Fabio Testi, informa Victorino Ruiz de Azúa. En la gala de clausura, Francesca Bertini recibió el homenaje de sus antiguos admiradores, compartido con la desmejorada Lucía Bosé, Anthony Quinn y François Truffaut.

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