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El Living Theatre reivindica la actualidad del drama clásico

Julien Beck, director del grupo norteamericano Living Theatre, que ha actuado en la muestra de teatro de Valladolid que se clausuró ayer, cree que su versión de Antígona es casi igual a la primera, la que representaron en España a finales de la década de los sesenta. «La actual está más acabada, más exacta. No en vano hemos estudiado muchas veces el video de nuestra actuación en la Bienal de Venecia, en 1969. Creo que tampoco es cierto que esta versión sea menos agresiva, más dulcificada que la anterior».Beck, fundador, junto a Judith Malina, del Living Theatre, asegura que esta observación, la de la menor agresividad de la nueva Antígona, se la han hecho varias veces, pero no la comparte.

En Valladolid, ciudad donde el grupo norteamericano afincado en Italia representó tres veces la obra en la III Muestra de Teatro, los que vieron hace más de diez años la primera versión salieron ligeramente defraudados. Esperaban algo más del Living, algo nuevo, no una repetición casi puntual del espectáculo, que en aquellas fechas causó una auténtica convulsión.

Julien Beck, sin embargo, piensa que su Antígona, basada en la obra de Sófocles y con texto de Bertold Brecht, «sigue teniendo validez hoy porque nosotros creamos este espectáculo para siempre, no para un momento concreto. Es una puesta en escena que puede hablar de hace 500 o 1.500 años o de dentro de 1.000. Buscamos», añade el fundador del Living,«un teatro absoluto y, en este sentido, Antígona sigue teniendo una gran razón de ser. Lo que ocurre es que vivimos en una época dónde toda la propaganda comercial: incidi en lo nuevo, lo último, lo más reciente y claro, también se esperan esos cambios en nuestro espectáculo».

Julien Beck considera que una de las causas de este cambio de juicio de algunos espectadores sobre Antígona puede estar motivado por el contexto social. «Durante los años sesenta se identificó Antígona como una protesta concreta contra la guerra de Vietnam. Antígona, representaba el pacifismo, la desobediencia civil, y Creonte, al presidente Johnson. Creo que va más allá, porque es un alegato contra cualquier tiranía, y porque de muestra que es posible oponerse a ella sin violencia. Cuando Bertold Brecht escribió después de la segunda guerra mundial: «Quien usá la violencia contra su enemigo la usará contra su gente», tuvo un momento de inspiración genial, la cima. Ahora quizá no haya unaidentificación tan clara con algo tan concreto como la guerra de Vietnam, y por eso puede parecer menos agresivo el espectáculo ».

Al fundador del Living Theatre le molesta, dice, la palabra militante -«viene de militar»-, pero asegura que le interesa y le seguirá interesando «la posibilidad de que el teatro pueda cambiar las condiciones filosóficas, culturales, sociales, etcétera, del hombre. Esta mos en un período peligroso, muy peligroso, y todos los artistas tendrán que usar su trabajo para cambiar la situación».

El Living, por lo pronto, prepara ya dos nuevos espectáculos. Uno, que se llamará El matusalén amarillo, será presentado en la Bienal de Venecia de 1982. Está basado en un texto de Bernard Shaw y en un cuadro de Kandinski, y trata de «la evolución de la vida.

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