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Los socialistas cristianos europeos piden que sus partidos superen el anticlericalismo

Un encuentro de socialistas cristianos no puede tener por objetivo la creación de corrientes cristianas dentro del socialismo ni de fracciones socialistas dentro de la Iglesia, sino concretar prácticamente la inspiración convergente del socialismo y del cristianismo», dijo el vicepresidente del Partido Socialdemócrata austríaco en la apertura de la Conferencia Internacional de Socialistas Cristianos, que ha tenido lugar en Viena del 17 al 20 del presente mes de septiembre.

La conferencia estaba convocada por el Partido Socialdemócrata austríaco y estaba compuesta por diferentes organizaciones de socialistas cristianos, que funcionan con mayor o menor oficialidad en relación con los socialistas europeos. La presencia mayoritaria de socialistas cristianos centroeuropeos y nórdicos, y la escasa presencia de los latinos -sólo estaban los italianos- revela el diferente grado de interés y conciencia que encuentra el tema a lo largo y ancho de la geografía socialista europea. « Por lo que hace al Partido Socialista Italiano», escribía recientemente su secretario general, Bettino Craxi, «tenemos que confesar que el PSI no ha tratado todavía este problema con la debida seriedad, por más que las iniciativas en este sentido se están multiplicando en los últimos tiempos».Dentro de la variopinta gama de modelos que ofrece cada uno de estos grupos de socialistas cristianos en relación con los respectivos partidos socialistas, Suecia ocupa la punta más extrema en poder y organización. La Asociación Sueca de Cristianos Socialdemócratas, fundada en 1929 por cristianos que querían trabajar en el Partido Socialdemócrata. cuenta con unos 10.000 miembros, y diez parlamentarios del partido pertenecen a esta organización. Su presidente es miembro nato de la comisión ejecutiva del partido, y a estos socialistas cristianos se les tiene encomendado especialmente los temas de defensa, desarme y paz, los de medio ambiente Y energía nuclear, así como los problemas sociales derivados del alcohol y el consumo de drogas.

En Austria, Suiza, Holanda y Alemania, los antecedentes de las actuales organizaciones se remontan a los años veinte, y sirvieron para acabar con los conflictos entre la Iglesia y el socialismo conocido como Kulturk-kampf. Hoy, sin embargo, cada país se ha dado su propia estructura: la Asociación de Cristianos y Socialistas Austriaca (ACUS) es una organización del Partido Socialdemócrata, cuya importancia repetidas veces señalada por el canciller Kreisky, ha quedado recogida en el último programa del partido. En Alemania, la antigua asociación de socialistas religiosos ha quedado reducida a una oficina con dos responsables para las relaciones con la Iglesia protestante y la católica. En Suiza, otrora centro de irradiación de toda esta problemática en los años del nazismo, sobrevive la herencia repartida en varios grupos que tratan de recomponerse actualmente. Los holandeses, que mantienen sus relaciones privilegiadas con el Partido Laborista, están centrados en el terreno sindical.

Estas buenas relaciones entre los grupos de socialistas cristianos y la socialdemocracia europea ha sido el resultado de una larga confrontación. La socialdemocracia original, la de los Kautsi y Rosa Luxemburgo, no sólo eran anticlericales, sino que era confesionalmente atea. Ni siquiera el PSOE en sus tiempos más anticlericales llegó a tanto, a pesar de que se intentó al principio. Sin embargo, el esfuerzo teórico de primeras figuras de la teología, sobre todo protestante, como Karl Barth y Martin Buber, así como las iniciativas prácticas de la Asociación de Socialistas Religiosos, fundada por Leonhard Ragaz, posibilitó un acercamiento de los cristianos a la socialdemocracia. Con el decurso del tiempo esta superación de las barreras primitivas cristalizó en un sistemático consenso entre la socialdemocracia y las instancias eclesiásticas. La revitalización de esta problemática tiene que ver con lo que los suecos llamaban «la crítica al aburguesamiento de la religión, de la que también se ha aprovechado la socialdemocracia, y que hoy paraliza a la sociedad sueca».

El representante italiano, Alfredo Luciani, director de la revista ASCE, plataforma de grupos socialistas cristianos europeos, recordaba «la Contradicción del Partido Socialista italiano, muy anticlerical, y que quiere crecer en un país donde tanto poder político tiene la religión». En su opinión, los socialistas no acaban de tomarse en serio lo de la laicidad del partido, que significa pluralidad de culturas en el socialismo: «El encuentro con la componente cristiana puede ser uno de los elementos de renovación del socialismo».

Juan Baptist Metz, el fundador de la teología política, tuvo la ponencia principal, y sus críticas reflexiones pesaron en el desarrollo de los trabajos. «Hablando en Viena, patria de Freud», decía Metz, «uno se pregunta por qué la Iglesia ha sido tan agresiva contra el ateísmo de Marx y tan condescendiente con el de Freud, mucho más radical». La razón es, en su opinión, política: «La religión ha quedado configurada a imagen de la burguesía, y como ésta, tiene miedo al conflicto, al cambio». Metz denunció la dinámica de la cultura política existente, que sólo se preocupa de la política cotidiana, pero incapaz de corregir un curso de las cosas que nos llevan al caos y a la destrucción. En nombre de esa cultura política nueva Metz habló «del profetismo político del cristianismo que, al igual que las profecías bíblicas no anuncian finales rosas, sino el desastre que viene, si no hay ruptura». La contribución, del cristianismo a esa nueva cultura socialista la ve Metz en lo que él llama la Segunda Reforma -la Primera fue la de Lutero-, que tiene su centro en America Latina, que es radicalmente democrática, porque la está protagonizando el pueblo fiel y que permite desde la periferia pobre superar el provincialismo occidental.

En la resolución final, que será enviada a los secretarios generales de los distintos partidos socialistas, se hace constar «que el antagonismo entre cristianismo y socialismo resulta fatal, para ambos»; se pide el fin a la discriminación de cristianos en los partidos y de socialistas en las iglesias, y se afirma «la aportación de cristianos y socialistas a la humanización y democratización de la sociedad».

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