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Moscú acusa a Solidaridad de realizar propaganda antisoviética

La agencia soviética Tass se hizo eco ayer tarde, aunque sólo parcialmente, de la exigencia moscovita para que las autoridades polacas se enfrenten abiertamente con el "ala extremista" del sindicato independiente Solidaridad y adopten ininediatamente "medidas firmes y radicales para atajar la maliciosa propaganda antisovietica y los actos hostiles contra la URSS".Aunque sin comentarios, la Prensa soviética informaba ayer, exlusiva y extensamente, de la declaración emitida el jueves (es decir, una semana después de la nueva advertencia soviética) por el Politburó del Comité Central del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista), en la que se acusaba a Solidaridad de emprender "un rumbo político capaz de desembocar en un baño de sangre".

Existen ciertas cliferencias entre este documento y la carta-advertencia enviada el 5 de junio, también por el Comité Central del PCUS, a los dirigentes del POUP.

Aquella misiva -se recuerda ahora en Moscú- rezumaba una abierta desconfianza hacía el partido polaco, en el que, por aquel entonces, en vísperas de su congreso, se manifestaban tendencias "excesivamente liberales" para los puntos de vista del Kremlin. Los resultados de las reuniones partidarias tranquilizaron, parcialmente, a las autoridades moscovitas.

Pero no ocurrió lo mismo con la primera fase del congreso celebrado en Gdansk por Solidaridad, donde los soviéticos han encontrado razones para nutrir sus argumentos contra el sindicato que preside Lech Walesa. Hasta ahora, el Kremlin parecía dispuesto a admitir a Solidaridad como un sindicato reivindicativo, pero "consciente de su papel en la sociedad" y siempre que adoptase "propuestas constructivas ".

Sin embargo, el hecho de que Solidaridad mostrara abiertamente sus deseos de reformar la sociedad polaca y que se declarara, patentemente, como grupo de oposición, calentó considerablemente a la Prensa soviética, que ya para entonces venía acusando al sindicato independiente -aun antes del congreso de Gdansk- de querer tomar el poder.

Pero, sobre todo, lo que causó mayor indignación a Moscú fue el llamamiento hecho por Solidaridad a los pueblos del Este de Europa para que incrementaran sus reivindicaciones y procedieran a crear sus propios sindicatos independientes.

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El Kremlin parece confiado en que podrá mantener el orden socialista en el resto de los países del bloque, pero, a pesar de ello, el deseo de Solidaridad de internacionalizar su movimiento levantó las iras de los dirigentes de los países vecinos.

Durante la pasada primavera, la Prensa soviética hacía cierta distinción entre los "sindicalistas de Solidaridad" y los elementos contrarrevolucionarios y antisocialistas". Esto era, naturalmente, algo más que un matiz acadérnico. El Kremlin confiaba, quizá, en que podría mantenerse un cliálogo con el sindicato independiente, pero rechazaba, a priori la influencia ejercida en Solidaridad por algunos grupos disidentes, en quienes la Prensa y las autoridades soviéticas ven, con pleno convencimiento, a "agentes al servicio de las potencias occidentales".

Moscú pide "mano dura"

El hecho de que estos grupos estuvieran ampliamente representados en el congreso de Gdansk indignó a Moscú, que se sintió también herido por el hecho de que, en ese mismo foro, fueran derrotadas algunas ponencias a favor de la paz y la distensión.Ahora, la URSS acude a Varsovia para pedir mano dura.

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