Heribert Barrera condiciona la permanencia en su cargo a un apoyo mayoritario del Parlamento catalán
Heribert Barrera expuso ayer al presidente de la Generalidad la necesidad de que la mayoría del Parlamento catalán exprese formalmente la conveniencia de que continúe en su cargo de presidente del legislativo autonómico. De no darse tal expresión, Barrera dimitirá en los próximos días.
La hipótesis en la que trabajaban anoche los colaboradores de los presidentes de la Generalidad y del Parlamento catalán era la de que Convergencia -el partido de Pujol- y Esquerra Republicana -el de Barrera- obtendrían el apoyo de los comunistas. Estos tres partidos cuentan, respectivamente, con 43, 13 y 23 escaños. Representan, pues, 79 votos en un Parlamento con 135 escaños.Para Esquerra esta alianza parlamentaria obedecería a sus planteamientos programáticos de frente nacionalista. El menos entusiasta resultaría ser Jordi Pujol. Este se encuentra cogido entre dos fuegos. No apoyar a Barrera implica descalificarse a los ojos de su electorado nacionalista, mientras que vincularse parlamentariamente al PSUC representa el incumplimiento de una de sus promesas electorales y una obvia pérdida de imagen ante el electorado conservador.
Por su parte, el portavoz parlamentario del PSUC, Rafael Ribó, manifestó anoche a este diario: «El problema creado con la polémica es artificioso y muestra el engaño de la mayoría parlamentaria lograda en torno a Pujol, basada, por un lado, en el radicalismo verbal y, por otro, en la aceptación de recortes constantes a la autonomía catalana y el vergonzoso apoyo de la Minoría Catalana al Gobierno central en el tema del aceite de colza». Agregó que la dimisión o no de Barrera no tenía que plantearse, pero reconoció que Esquerra les había requerido respecto a si los comunistas catalanes eran partidarios de su continuidad o no. «Creemos», afirmó, «que, por el momento, no debemos pronunciarnos al respecto. El problema no es dar un sí o un no a Barrera, sino crear una mayoría estable».
Desde un punto de vista formal, el problema es de difícil comprensión. Por un lado, no existe ningún mecanismo reglamentario por el cual el presidente del Parlamento pueda pedir que la Cámara le reitere su confianza. Por otro, tampoco es posible sancionarle con la pérdida de su cargo, sino que únicamente es posible -como a cualquier otro diputado- suspenderle su mandato por faltas deontológicas.
Mayor popularidad
A mayor abundamiento ningún partido -incluido UCD- ha manifestado que desee reemplazar a Barrera en la presidencia. Tampoco nada indica que nadie posea un candidato claro. Así, la batalla emprendida se sitúa en el terreno de las declaraciones confidenciales que sustituyen a las declaraciones formales que requeriría la importancia de la cuestión. En ella juega su papel la Prensa.
El objetivo final es el desgaste de Pujol y no el de Barrera. En efecto, el dirigente de Esquerra crece en popularidad en Cataluña -al igual que decrece en otras zonas de España- y, en cambio, la estabilidad y capacidad de maniobra del presidente de la Generalidad quedan debilitadas.
En su conferencia en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, en Sitges, Barrera aludió sólo una vez a Gibraltar. Dijo, según el texto oficial de su intervención, que «así como España, al cabo de más de dos siglos, continúa reivindicando Gibraltar, muchos de nosotros continuamos reivindicando la soberanía perdida». En ningún momento de la conferencia aparece ninguna alusión a la conveniencia de que Cataluña se independizara de España, sino que toda la conferencia reposa sobre un ideario federal -o a veces confederal- que es el oficial de Esquerra desde siempre.
Según fuentes de la dirección del partido de Pujol, toda la polémica obedece a la voluntad del Gobierno central de recordar a Jordi Pujol que su supervivencia al frente de la Generalidad reposa parcialmente en los centristas catalanes, quienes en las últimas semanas no han dejado de reiterar su deseo de formar parte del Gobierno catalán, en coalición con Pujol. Estas mismas fuentes indican que Calvo Sotelo precisa de los votos de Pujol en el tema de la OTAN.
Contrapartidas
El presidente de la Generalidad está dispuesto a darle su apoyo parlamentario -como ya se vio en el debate sobre el aceite tóxico-, pero a cambio de contrapartidas que limiten los efectos negativos que para Cataluña tiene, en su opinión, la concertación autonómica. No hay duda de que el debate entre Barrera y Rovira Tarazona debilita a Pujol y le fuerza a ser menos exigente respecto a las contrapartidas a obtener del Gobierno central.
Curiosamente, en cuanto repercusión negativa en su electorado, quienes resultan rnás dañados en Cataluña son los socialistas. Estos fueron objeto de un ataque por parte de Barrera, quien respondía a la acusación que le habían dirigido antes los socialistas de ser desestabilizador. Barrera replicó -en una entrevista radiofónica- que Reventós no estaba autorizado a acusarle de desestabilizador «cuando aún no están suficientemente esclarecidas sus relaciones (de Reventós) con el general Armada». A continuación, Heribert Barrera agregó que si el golpe de Estado del 23 de febrero hubiera triunfado, «el señor Pujol hubiera abandonado la presidencia de la Generalidad, que habría sido ofrecida a Tarradellas, y en el caso de que éste la rehusase, el ofrecimiento se le habría hecho al señor Reventós».
Le retiran el saludo
Como consecuencia de este ataque, Reventós manifestó que negaría el saludo a Barrera. «Cuando», afirmó Reventós, «una persona dice una calumnia o se hace eco de una calumnia, por un problema de dignidad y honor, yo no trataré más con él hasta que rectifique».
En el terreno formal e inmediato, el principal interrogante consiste en saber cómo solicitará Barrera que se exprese una mayoría del Legislativo catalán en favor de su continuidad al frente del mismo. En el orden menos inmediato y mas de fondo, el problema reside en ver cómo Pujol capeará el temporal parlamentario que tendrá efecto el próximo martes, en ocasión del esperado debate político catalán.
Jordi Pujol desearía continuar como hasta ahora. Desearía un debate que derivase hacia cuestiones económicas y que permitiese imaginar que «aquí no ha pasado nada». Le preocupa la buena acogida que ha obtenido la actitud de Heribert Barrera en el seno de su electorado e incluso entre los dirigentes de su partido.
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