España-OTAN

Por sí mismo considerado,el ingreso en la OTAN constituye, sin paliativos, la dejación (o pago por servicios prestados) por parte del Gobierno de una parte sustancial de la soberanía nacional, en manos de otro Gobiemo tan progresista como el yanqui, que veta condenas a Suráfrica, conforta al golpismo turco, alimenta y sostiene las dictaduras fascistas surameridanas y ha comenzado una nueva y peligrosa etapa dentro del rearme nuclear con la anunciada construcción masiva de la mortífera bomba de neutrones.A cambio de aquellos quesos sintéticos, redondos y amarillos, que muchos de nosotros probamos en nuestras tardes escolares, algunos lotes de chatarra militar desguazable, junto con unos pocos duros de propina, ya el régimen pasado (sin consultar para nada a los españoles) vendió parte del suelo patrio, como si de una finca parcelable se tratara.

El Gobierno actual tiene in mente el continuar la obra comenzada por sus progenitores políticos, y nos la quieren meter doblada con idéntico modus operandi que aquéllos, aludiendo al artículo 94 de la Constitución, y saltando al tiempo el primer artículo de la misma, en el que se afirma de forma clara y rotunda que la soberanía nacional reside en el pueblo, olvidando además que, si bien las Cortes representan a ese pueblo, lo hacen en calidad de portavoces y que, por tanto, ningún diputado o senador tiene carta blanca o patende de corso para tomar decisiones tan importantes como la que nos ocupa.

Las matizaciones serían prolijas de enumerar, aunque quizá destacaría algunas.

En primer lugar están esos flagrantes chantajes que se nos quieren hacer, condicionando a nuestro ingreso en la Alianza por una parte la hipotética admisión en la CEE, y por otra, la restitución del peñón de Gibraltar. En cuanto al ingreso en la CEE, yo reconsideraría la entrada, por aquello de que no es deseable tener como com.pafieros de viaje a aquellos que, como Francia, no pierden ocasión para demostrarnos la antipatía que les inspiramos. En cuanto al tema gibraltareño, UCD, en general, y Péres-Llorca, en particular, no podían encontrar otra estratagema más rastrera, conociendo las implicaciones emocionales que dicho tema conlleva para todos los españoles.

También se nos quiere hacer creer que los gastos de defensa inherentes al ingreso son perfectamente asimilables y no van a constituir una carga extraordínaria; parece ser que muchos españoles no pensamos así. Sobre todo cuando el paro es acuciante y sin visos de solución a medio plazo./