El profesor Grande Covián pide en Santander que la nutrición humana pase a disciplina universitaria
El ministro de Educación y Ciencia afirmó ayer en Santander que tiene la plena seguridad de que la progresiva puesta en práctica de la ley de Autonomía Universitaria, «preparada con prudencia y con tesón», conseguirá que la universidad española salga de los constreñimientos y moldes en que ha venido debatiéndose durante los últimos años de rápido cambio cuantitativo y cualitativo. Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona, que presidió la clausura de las actividades santanderinas de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, resaltó también «la importancia de la LAU en el conjunto de la profunda transformación que están experimentando la sociedad y el Estado español».
Además del ministro de Educación y Ciencia, ocuparon la presidencia del paraninfo de la península de la Magdalena el rector y los vicerrectores de la Universidad Internacional, profesores Raúl Morodo, Manuel Medina, Lucas Verdú y Angel Viñas, y el rector de la Universidad de Santander, Ortiz Melón, y las personalidades del arte y de la cultura que iban a recibir la medalla de la UIMP, profesores Tuñón de Lara y Francisco Giner de los Ríos, el escultor Pablo Serrano y el general Manuel Díez Alegría. La lección de clausura sobre el tema del la nutrición humana la pronunció el catedrático de la Universidad de Zaragoza y bioquímico de prestigio internacional, profesor Grande Covián, que también ha sido distinguido este curso con la medalla de la universidad de verano santanderina. También se entregaron medio centenar de ayudas-premios para tesis doctorales de universitarios españoles, además de doce premios de medio millón de pesetas a otros tantos trabajos de investigación en distintos campos de la ciencia y el arte.
La lección de clausura la inició el profesor Grande Covián lamentándose ante el ministro de que las enseñanzas de la nutrición humana no hayan, hasta ahora, tenido acceso a la universidad española y ello en una época en que aquella ciencia ha conocido un considerable progreso en todas las ramas de la actividad humana, esto es, en la agricultura, la industria, la economía y las ciencias sociales y políticas.
Después de afirmar que la historia de la humanidad es la historia de la lucha contra el hambre, afirmó que, actualmente, de sesenta a setenta millones de personas se encuentran en el mundo amenazadas por un peligro inminente de morir de hambre. Según los cálculos del profesor Grande Covián, 6.000 millones de habitantes, el doble que ahora, tendrá el mundo en el año 2.000. Pero todos ellos podrán, entonces, ser alimentados en cantidad suficiente, «salvo que hagamos algunas locuras». Se basa el profesor Grande Covián en el hecho de que la revolución verde, que ha permitido logros radicales, podrá todavía aumentar la producción de cereales. «En el año 2.000, la dieta alimenticia del hombre será, probablemente, más monótona que la actual, más rica en cereales y leguminosas y con menos carne. Pero no bastará con que seamos capaces de aumentar la producción de alimentos. Será preciso que garanticemos que vayan a llegar a la mesa de los consumidores sin sufrir alteración. En la mente de todos está la trágica experiencia que nos hallamos viviendo con el aceite tóxico. La producción de alimentos no podrá estar regida por el interés comercial».
Por los intelectuales que habían recibido la medalla al principio del acto académico intervino Giner de los Ríos, regresado del «largo sueño español del destierro», que dijo aceptar la distinción porque en su persona «Se premia la tradición española de libertad, de tolerancia y de convivencia» que representó su «antepasado ejemplar», unido aquí a su «otro maestro», Menéndez y Pelayo y al fundador de la Universidad Internacional, Fernando de los Ríos. Por su parte, el teniente general Manuel Díez Alegría afirmó que esa medalla universitaria iba dirigida hacia un hombre de las armas que, «aunque modestamente», ha encontrado tiempo para cultivar también las letras, premiándose en él esa labor de hermanar las armas y las letras, ponderada ya por el marqués de Santillana con la conocida afirmación de que «la ciencia no embota el híerro de las armas, ni hace flojo el valorde los caballeros».
El discurso del rector Raúl Morodo afirmó la interregionalidad de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, criticada desde posiciones conservadoras de Cantabria, insistiendo además su deseo de conjugar tradición y modernidad, «lo que en España no ha sido siempre fácil, pues acostumbramos a ser partisanos de la radicalización». Para Morodo, la cultura es abrir caminos y eliminar fronteras. «No hay provincianismo en la cultura», dijo dirigiéndose a quiene,s han protestado la prolongación de la UIPM en otras provincias españolas.
Capital cultural de España
El ministro de Educación y Ciencia. en su discurso de clausura, alabó la labor del equipo rector de la UIPM, relacionándola con sus antecedentes de 1932 y en concreto con Menéndez Pidal y Pedro Salinas como rector y secretario general, respectivamente.de aquélla, una época en la que pasaron por Santander «y dejaron huella profunda de su profundo saber» hombres como Ortega, García Morente, Américo Castro y los extranjeros Maritain y Bataillon. La presencia en la Magdalena, este verano, de intelectuales de todo el mundo significa para Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona que «Santander ha sido este verano la capital cultural de España». El ministro de Educación y Ciencia afirmó que la LAU es autonomía normativa, autonomía orgánica y de autogobierno, autonomía académica y autonomía económica, pero es también «participación interna» de los sectores que integran la comunidad universitaria, y "participación externa», con la presencia de todos los sectores sociales.
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