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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

"La talla" de un teniente general

Se ha dicho que el previsto homenaje nacional a Gutiérrez Mellado, como respuesta a la carta indigna que le dirigió Milans del Bosch, se ha suspendido para no dividir al Ejército. ¡Qué cosa más absurda! ¿Cómo podría dividir a una institución tan seria lo que sería, de hecho, una paroximación del pueblo a sus Fuerzas Armadas? Tengo para mí que nda podría causarle al teniente general Gutiérrez Mellado una satisfacción tan honda cno el sentirse catalizador de este acercamiento catalizador de ese acercamiento, aunque haya tenido la elegancia de declinarlo "por ahora".Pero no es este aspecto de la cuestión el que motiva la presente carta. Pongo al margen la fraseología empleada por el ex capitán general de Valencia. No se le puede pedir a un militar que se ha quedado en capitán de la Legión -africanista lo llamó Aranguren- que hable como un hombre afinado por las lecturas, cultivado por el estudio de la excelente literatura militar de los últimos treinta años, hecha toda ella por militares que protagonizaron acciones bélicas de notable importancia y, en general, devoto más o menos fervoroso de la cultura. De su carta no llama tanto la atención el catálogo de injurias a un compañero de armas, ni la pobreza y, zafiedad de su prosa. Lo que de verdad asombra a cualquiera es que su autor no dé la talla profesional que debería dar. De su lectura he sacado la impresión inquietante de que nos encontramos ante un caso de incapacidad total para entender la evolución sufrida por el arte militar en el mundo civilizado: la tecnificación, el indestructible entramado Ejército-sociedad, la obligada supeditación al poder civil, etcétera. Por tanto, cabe atribuirle una incapacidad pareja para enfrentarse a una realidad bélica actual, puesto que todo lo fía al arrojo y la decisión de un puñado de soldados. Eisenhower confesó que la durísima batalla de Normandía, en la que participaron, entre otros, jefes militares de la categoría de Montgomery, Bradley y Patton, la había ganado la Intendencia. Y al término de la segunda guerra mundial puso como factores principales de la victoria aliada al jeep y al bulldozer. Sabía lo que se decía, porque había tomado buena nota de que el valor genital del soldado americano no era superior al valor genital del soldado ilemán, británico, japonñes o ruso. A esto hay que añadir el alto respeto de los jefes militares alemanes y aliados por los servicios de inteligencia militar, básicos para la preparación de sus operaciones.

Pues bien: del escrito de Milans se desprende un desprecio olímpico por estas cosas, por la inteligencla militar y por los servicios, calificados erróneamente de auxiliares. Lo bueno, según el ex capitán general, es el pelotón de soldados, de poder ser, legionarios, avanzando con gesto feroz y la bayoneta calada. A uno se le ponen los pelos de punta sólo de pensar que jefes militares con tales ideas pudieran mandar grandes unidades en una guerra moderna.

Sería deseable para todos que de la carta y la actitud de Milans del Bosch nuestros militares sacaran consecuencias de tipo profesional, y no de patriotería decimonónica, ya en desuso. El patriotismo lo sentimos todos. La capacidad profesional es cosa de cada uno, y se tiene o no se tiene./

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