Sadat afronta la más grave situació política interior desde su acceso al poder
El presidente egipcio, Anuar el Sadat, decidió el pasado sábado destituir al patriarca Chenuda III del papado de la Iglesia copta de Egipto, tras proceder, la pasada semana, a la detención de 1.536 personas, entre ellas los máximos dirigentes de la organización fundamentalista islámica de los Hermanos Musulmanes, así como de algunos líderes de la oposición socialista y comunista. Estas medidas, que incluyen la disolución de trece asociaciones religiosas musulmanas y coptas, además de siete publicaciones confesionales y de la oposición, configuran una de las más graves situaciónes de crisis vividas en Egipto desde el acceso de Sadat al poder, hace once años. Las decisiones de Sadat, que serán sometidas a referéndum el próximo jueves, fueron anunciadas el sábado ante el Parlamento de El Cairo. El presidente egipcio dijo que estaban encaminadas a acabar con "el fanatismo religioso" y con la manipulación de estos sentimientos por parte de la oposición política a su régimen. La envergadura de estas decisiones, que han desprovisto a los seis millones de coptos de Egipto de su líder espiritual Chenuda III, actualmente en un monasterio al noreste de El Cairo, alcanza niveles todavía más graves con respecto a los Hermanos Musulmanes.
En 1951, esta organización integrista islámica aseguraba poseer dos millones de seguidores, de los cuales 50.000 se hallarían entonces armados y dispuestos a seguir cualquier directriz de sus emires. Ahora, el máximo guía de los Hermanos Musulmanes, jeque Omar el Telmessani, y el príncipe de sus emires, Helmi el Gazzar, se encuentran detenidos, al igual que los dirigentes de las cofradías secretas de esta potentísima organización. Las mezquitas permanecen bajo custodia y los observadores no descartan un brote de violencia a corto plazo.
Precisamente fue la violencia religiosa desatada en el barrio cairota de Al Hamra el pasado mes de junio, y que se saldó con un balance de 17 muertos y 122 heridos, el motivo que ha argüido el presidente Sadat para tomar medidas contra coptos y musulmanes. Los primeros acusan a los islámicos de impedirles practicar sus cultos, y al Gobierno de Sadat, de un secularísmo excesivo,de aproximación a Israel y a Estados Unidos. Los Hermanos Musulmanes quieren que las autoridades cairotas apliquen estrictamente el Corán y las leyes islámicas y que se distancien del "sionismo". Sadat, por su parte, acusa a unos y a otros de inmiscuirse en asuntos políticos y de atentar contra la unidad del Estado. El rais egipcio ha anunciado que los llevará ante los tribunales sin contemplaciones".
Especialmente duro se mostró Sadat contra los Hermanos Musulmanes en su discurso ante el Parlamento. Aseguró que seis mil de sus activistas, en su mayoría jóvenes menores de treinta años, con gran influencia en las universidades egipcias, estaban siendo vigilados estrechamente y subrayó que actuaría contra ellos de un modo implacable.
Las medidas represivas de Sadat se han extendido a la esfera de la oposición socíalista y comunista, así como a periodistas afamados, como el consejero del difunto Nasser, Heykal, y a varios columnistas del diario Al Ahram. Todos ellos han sido acusados por el presidente egipcio de excitar las diferencias confesionales en Egipto para luchar contra su política de paz emprendida en Camp David.
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