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Macareno y el aroma de la escuela sevillana

Plaza de Las Ventas. 6 de septiembre. Cuatro toros de Murteira Grave y tercero de Gabriel Hernández, con gran trapío, mansos y abundancia de cojos. Los de Hernández derribaron con gran poder. Macareno: bajonazo descarado (oreja con protestas). Cinco pinchazos bajos, media baja y descabello (palmas y saludos). Lázaro Carmona: estocada delantera (aplausos y salida al tercio). Tres pinchazos, estocada delantera, aviso y descahello (palmas con algunos pitos y saludos). Luis Miguel Ruiz, que confirmó la alternativa: estocada caída (aplausos y salida al tercio). Bajonazo descarado (palmas). Presidió mal el cornisario Gonzalez. Buena entrada.Como una brisa suave, fresca y, perfumada nos llegó el domingo el toreo del Macareno. inspirado en la más pura escuela sevillana. Una delicia de toreo, una reconfortante brisa que barría, aunque sólo fuera por una vez. los especiosos efluvios de esta tauromaquia plúmbea que se han inventado media docena de áridos pegapases, con la procaz algazara del taurinismo cerril que maneja el cotarro.Fue la escuela sevillana. como pudo haber sido la rondeña, más honda, pero en cualquier caso era el toreo, el que hubo no hace tanto tiempo y debe volver, hecho por mezcla espontánea y siempre diferente, según el toro y la inspiración del momento, de técnica, variedad y gusto. Y de esta forma, la faena del Macareno, su primera faena, que en otras épocas se hubiera juzgado meritoria y entonada, el domingo parecía distinta a todo lo visto, cual si reinventara el toreo, y adquirió el valor del oro molido.

El Macareno se dobló por bajo arqueando la rodilla y ganando terreno, dibujó el redondo con largura y temple, recurrió a la distancia y a la pinturera carrerita cuando se trataba de alegrar la embestida, instrumentó con enjundia y salero dos pases de costadillo -esos que ya parecían desaparecidos- para hilvanar la primera parte de la faena con el toreo por el lado izquierdo. Ensayados sin fortuna los naturales, pues por ahí iba fatal el toro, volvió a los redondos impecables, engarzados con adornos inspiradísimos, e instrumentó un pase de pecho con tanta largura, naturalidad y temple que provocó clamores en los tendidos. Y para final, la gracia, el empaque y la torería de unos ayudados a dos manos, que cuadraron perfectamente al toro.

Después de esta bellísima faena únicamente faltaba matar bien. El Macareno, sin embargo, mató mal, de bajonazo infamante, y ése fue un borrón que, en buena lógica, le quitaba de las manos la oreja antes ganada. Pero el presidente tenía la tarde al revés y la concedió. La inoportunidad de semejante decisión, a todos luces arbitraria, le restó al Macareno el triunfo popular que había merecido, pues parte del público -y precisamente el aficionado- protestó con toda razón el trofeo.

Las protestas menudearon en la corrida y el presidente no atendió ninguna. Casi todos los toros salieron cojos, más llamativamente los de Gabriel Hernández y el sexto, y debió devolverlos al corral, como se pedía a viva voz en los tendidos. Es cierto que esos toros, sobre todo los d e Hernández, tenían poder, hasta el punto de que derribaron con estrépito, pero, en cualquier caso, el toro cojo no es de recibo para la lidia, y si sale en estas condiciones ha de ser sustituido. Mantenerlo en el ruedo, según hizo el presidente del domingo, es tanto como atropellar gratuitamente lo que está establecido en el reglamento del espectáculo y, por supuesto, los derechos del público.

La corrida, por otra parte, tuvo una presencia apabullante. Más trapío no se puede pedir al toro. Y, por si fuera poco, resultó mansa. Los diestros, que ya demostraban su mérito por el simple hecho de ponerse delante de semejantes pavos, lo acrecentaron con valor y con vergüenza torera, pues no regatearon esfuerzo por sacarles partido. Luis Miguel Ruiz citaba al natural con mucha verdad a su primero -medio de frente, la pata ¡ante, como está mandado, y consiguió ligar bien algunas series. Por el pitón derecho ese toro era peligrosísimo. El sexto se iba de la suerte buscando la huida o, si se quedaba en ella, derrotaba, a pesar de lo cual le porfió con mucho valor. Lázaro Carmona, que cuajó buenos lances a la verónica y chicuelinas ceñidas, nos hizo pasar momentos agustiosos cuando a su prirnero le intentaban embarcar una y otra vez, la embestida descompuesta, que se traduce a en tremendas tarascadas. Al e ninto, sin embargo, le pudo sacar mejor partido, pues era marieJable, incluso francamente noble cuando lo sacó a los medios, y la faena no pasó de decorosa.

Intentaba el Macareno por todos los medios (y por todos los terrenos, conviene matizar) que el cuarto toro-mulo-huido tomara la muleta, cuando del tendido 7 -El Lupas al habla- surgíó un vozarrón: « ¡Torero! » Mejor piropo no lo soñará jamás un matador que se sienta de verdad, torero. Pero el piropo era, a su vez, todo un Juicio crítico de la labor de este diestro, ya veterano, en la tarde de su reaparición -que deberíamos llamar recuperación- en Las Ventas. No sólo estuvo bien el Macareno, sino que, además, trajo consigo los exquisitos aromas de la escuela sevillana. Todo un tesoro.

Despedida de Dámaso Gómez

El próximo domingo, en Las Ventas, Dámaso Gómez se despedirá del toreo lidiando como único espada seis toros de Manuel San Román.

Por otra parte, Curro Romero y El Cordobés torearán juntos en una corrida de la feria de San Miguel, de Sevilla, posibL-mente el día 25 de este mes. En la misma feria debutará El Soro.

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