_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La Renfe y los consumidores

Mexan por nos e din que chove. Naturalmente, el autor de esta enorme meada (con permiso de Alberti) no es otro sujeto que la Renfe, que, una vez más, nos ofreció muestras de su mal funcionamiento.Esta historia esperpéntica, cual si estuviera deformada por un espejo cóncavo, se inicia a las 7.45 horas de un 16 de agosto en PortBou, luego de una larga espera en la Aduana.

Su habitual falta de información -ni un solo panel informativo donde se indique el andén y la vía de los que parten los respectivos trenes- se ve incrementada por una confusión en la colocación de los letreros en los propios trenes. Los extranjeros (recordemos que estamos en una estación fronteriza) presenciaban alucinados tal ceremonia de confusión: gente que bajaba, subía, se trasladaba de tren, etcétera.

Tal ceremonia esperpéntica continúa a las 10.15 horas en la estación barcelonesa de Sants. Se corre la voz de que el tren en que viajábamos estaba averiado y, por tanto, debíamos trasladarnos a otro tren, el cual estaba estacionado en otra vía, pero casi lleno. La deformación cóncava no llega en esta ocasión para describir la realidad: empujones, gente que reclama soluciones, empleados enfadados e incapaces de solucionar nada, alborotos..., un desastre... Nadie decía nada concreto, por lo menos nada se anunciaba por los altavoces; los extranjeros alucinaban cual sí estuvieran en un mundo fantasmagórico. Ojalá fuera así, pero, por desgracia para los españoles, era real.

A las 10.45 horas llega otro tren con destino Sitges, casi totalmente lleno, y es entonces cuando se trata de redistribuir a la gente. Cuando la cantidad de viajeros es superior a la capacidad de los vagones, el resultado es una compresión, estrujamiento, tal como si de sardinas enlatadas se tratara, y malestar de aquéllos.

Esta carta no pretende ser un fácil desahogo, sino una protesta justa de un consumidor que, como tal, exige y reclama una contraprestación a su dinero invertido en un servicio de transporte./

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_