Hay miles de anillos independientes alrededor de Saturno, según los descubrimientos de la "Voyager II"
A las 5.24 horas de ayer, la Voyager II, la sonda espacial norteamericana que representa el proyecto más ambicioso hasta el momento por profundizar en los misterios de nuestro sistema solar, consiguió su punto de mayor aproximación al planeta Saturno al pasar a 101.000 kilómetros de su superficie. Durante tres horas -hasta las nueve de la mañana- la Voyager II se ocultó tras Saturno y entre un bombardeo de las partículas heladas que componen los anillos. El saldo final ha sido una avería parcial en la plataforma que orienta los instrumentos de la nave hacia sus objetivos fotográficos, y el descubrimiento de miles de anillos en torno al planeta.
Esker Davis, director del proyecto Voyager, informó ayer que los primeros datos recibidos tras el paso de la nave por la zona oculta de Saturno revelan que se ha producido una avería en cuatro de los diez instrumentos ópticos, ya que la plataforma sobre la que se asientan los instrumentos científicos de la sonda está bloqueada: continúa haciendo los giros en sentido vertical, pero no en sentido horizontal. Excepto esa avería, que llevará muchas horas de trabajo a los técnicos para averiguar el alcance de la gravedad, los elementos registradores de ondas radio astronómicas continúan funcionando normalmente.Los especialistas de la NASA han calificado de asombrosa la precisión seguida en su trayectoria por la nave espacial. A más de 1.500.000.000 de kilómetros de la Tierra, y tras cuatro años y cinco días de viaje, la Vovager II ha llegado a su destino en Saturno con una imprecisión horaria de 2,7 segundos y un desvío direccional de 48 kilómetros. Pero el asombro de los científicos ante su propia obra no es nada comparado con el cúmulo incesante de sorpresas deparadas por la Voyager II. Según France Presse, el primer descubrimiento fue comprobar que no son cientos, sino miles, los anillos que rodean a Saturno. Las fotos enviadas ahora, mucho más precisas que las enviadas por la Voyager I muestran claramente las sombras, finas como una raya de lápiz, de estos innumerables anillos sobre la superficie de Saturno. Estas nuevas fotografías han permitido descubrir sobre la superficie de Tethys (1.050 kilómetros de diámetro), uno de los diecisiete satélites conocidos de Saturno, un inmenso cráter de cuatrocientos kilómetros de diámetro, en el que cabría otro satélite, Mimas, de 390 kilómetros de diámetro. Otras fotografías muestran las superficies heladas de los satélites Dione y Rhea, sutilmente coloreados, y varias tomas de Titán, el mayor de los satélites de Saturno, el segundo en tamaño del sistema solar, después de Ganyrriedes (Júpiter), y competitivo en tamaño con algunos planetas Titán, según los científicos del programa Voyager, aparece como una bola de color naranja intenso, motivado por su irrespirable atmósfera, compuesta de nitrógeno y metano.
Cada vez más incógnitas
Los motivos de asombro de los científicos, sin embargo, van cada día en aumento. Pese a que el material recibido desvela algunos misterios, crea muchos más de los que resuelve. El extraño comportamiento de Hyperion, uno de los diecisiete satélites, se suma a su rara forma de aleta de 360 kilómetros por 2 10 kilómetros de tamaño. Hyperion no está orientado cara a cara con Saturno, como exigirían las leyes de la mecánica celeste. La NASA, a falta de mejor explicación, ha supuesto que se trata de un enorme trozo de hielo y rocas, desgajado de otro cuerpo celeste con motivo de una colisión reciente: apenas hace una decena de millones de años.
Anillos planos
Por otra parte, la Voyager II no ha encontrado esas minilunas de diez a treinta kilómetros de diámetro que los sabios esperaban descubrir para explicar por qué los anillos de Saturno son planos y separados. Ahora saben menos que nunca por qué Saturno está rodeado por preciosas capas concéntricas que se componen de miles de anillos, y no por una nube esférica de trozos puestos en órbita de forma desordenada. Saturno sorprende por el orden y la elegancia de sus anillos. Poco antes de conseguir su mayor acercamiento a Saturno, la Voyager Il realizó una importar te experiencia de la que los científicos esperan mucho. Se trataba de medir la luz de la estrella Delta, en Scorpio, a través de los anillos y sus separaciones. Los investigadores compararon las ocultaciones sucesivas de luz de esta estrella con las medidas de dispersión de las ondas de radio a través de los anillos efectuados el año pasado por la Voyager I. De esta forma esperan reconstruir fielmente el relieve de los anillos sus espacios.Después de casi rozar Saturno y fotografiar en detalle cinco de sus principales satélites, continúa su travesía espacial hacia Urano, donde llegará en enero de 1986, y posteriormente, hacia Neptuno, donde, si todo va bien, concluirá su mismo en agosto de 1989. Antes, el 4 de septiembre próximo, la sonda espacial se acercará a Phoebe, satélite de Saturno, última etapa antes de su largo viaje de 2.500 millones de kilómetros hacia Urano. Para ello, los técnicos de la NASA han efectuado ya el 65% de los cambios necesarios para que el pequeño vehículo, de 825 kilogramos de peso, reanude su viaje tras la escala de Saturno.
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