La estrategia del desafío
( ... ) Ya se ha comenzado la preparación de la opinión pública. Pero no para la controversia mediante la información precisa, razonada y extensa, sino para que acepte sin sobresaltos el hecho consuMado. La OTAN, se nos dice, está ahí, al alcance de la mano, esperando con los brazos abiertos la integración de la plataforma giratoria entre los tres continentes que España, esIratégicamente, constituye. Todo se halla dispuesto para la acogida, hasta la bomba de neutrones y la nueva estrategia de Washington en el Mediterráneo. Y el Gobierno, consecuente con no se sabe qué mandato -desde luego, no con el del pueblo español, que ninguno le ha otorgado a este respecto-, sin proceder a previas consultas con todas las fuerzas políticas que representan a la nación, ha decidido solicitar el ingreso. Eso es todo. No hay más explicaciones. ( ... )Pero, si bien el procedimiento que sigue el Gobierno para alcanzar su objetivo infringe las más elementales normas democráticas en asunto que tanto importa, todavía es mucho más grave en el plano de las previsibles consecuencias que un sector político, con una muy discutible representación ciudadana en la actualidad, adopte unilateralmente decisiones en política exterior de rectificación difícil y que comprometen a toda la nación. Porque no se trata de la mera adhesión a una alianza militar -lo que es la OTAN- ni del simple alineamiento con las potencias de nuestro ámbito occidental -que ya existe-, sino de convertir a España en el apéndice de un conjunto de intereses cuyos objetivos sólo parcialmente coinciden con los nuestros. En rigor, la integración en la OTAN significa la renuncia a realizar nuestra política en las dos áreas con las que estamos más vincualdos, la mediterránea y la de América Latina.
, 24 de agosto
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