El enemigo principal
El artículo publicado en EL PAIS el día 11 del corriente por Fernando Savater titulado "El enemigo principal", reconozco que todo el contenido es una lección de sapiencia, docencia y democracia, especialmente en la redacción de las dos últimas columnas y cómo no, en la conclusión con la gran cita de M. Kant, aunque discrepo en algunos puntos.Empleo la frase por la que comienza el señor Savater: ¿La OTAN? Creo que ya va siendo hora de que cada habitante de este país vaya adquiriendo mayoría de edad para reflexionar profundamente sobre hechos ya casi consumados que pueden acarrearnos un futuro no muy lejano problemas tan degradantes, tan alienantes, tan caros, tan destructores, tan inseguros, tan vergonzantes ... y finalmente, sabiendo que todo ello nos lo imponen unas mentes poderosas, sapientísimas, pues ... creo haber oído que alguien ha dicho referente al coste militar algo así como que no ya no aumentaría, sino que inclusive podría reducirse el presupuesto nillitar. ¡Qué barbaridad! He ahí el porqué es necesario decir algo sobre este tema, pues los señores del Gobierno ya lo han dicho: "Nosotros ganamos las elecciones, pues nos eligieron democráticamente, por tanto, el pueblo lo quiere". ¡Que veleidad! Ahora estoy pensando qué parcela de pueblo les queda (o puede quedarles a los señores de UCD), al fondo de todo este tinglado se encuentran los verdaderos responsables indirectos y pienso yo que los señores Reagan y Haig, por citar a los más directos (dentro del indirecto de la cuestión),se llevan la palma. La historia aconseja a la hora de tomar decisiones este es, por lo visto, nuestro caso, el caso español: quedan atrás casi cien
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años desde que fuimos derrotados y expulsados del continente americano. ¿Que quienes fueron los culpables? Fueron los mismos que en los años famosos del más famoso Plan Marshall dejaron a España consumirse de hambre y miseria (hambre y miseria que sólo afectaba a los trabajadores), y todo por el prurito de que la gran "ayuda" sólo era para los países aliados, incluyendo a los vencidos, pero no para aquellos gobernados por dictadores. ¡Qué desfachatez! Como que no sabían que los del hambre eran los reprimidos, los vapuleados... los de siempre.
Expreso, por tanto, mi más rotundo ¡no!, y cientos y miles de veces ¡no!, a la entrada de España en la OTAN; y quisiera que este ¡no! llegase nítido, clarísimo, al señor Reagan y al señor Haig. Son ellos quienes deben trasladar todas las bases que tienen esparcidas por el mundo, especialmente las que nos afectan a nosotros, a su casita. A ver si desde allí son tan elocuentes y dadivosos./
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