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MUSICA CLASICA

El grupo Hesperión XX y el tenor británico Nigel Rogers, en el curso de música barroca de El Escorial

La primera semana de conciertos en el Real Coliseo Carlos III, correspondientes al III Curso de Música y Rococó, ha sido un excelente preludio de estasjornadas, que se clausurarán el próximo 29 de agosto. El público ha respondido con gran entusiasmo a la convocatoria del ciclo, que ha incluido actuaciones tan destacadas como las del grupo Hesperión XX y el célebre tenor inglés Nígel Rogers.El curso, subtitulado «en torno a Calderón y a la memoria de Telemann», se inauguró con un concierto homenaje al gran dramaturgo matritense a cargo del grupo Hesperión XX, radicado habitualmente en Suiza. Una indisposición de la soprano Montserrat Figueras obligó a introducir importantes modificaciones en el programa, que deslucieron la actuación de este prestigioso conjunto.

El gran tenor Nigel Rogers. exquisito estilista en la música dramática del siglo XVII, fue obligado a hacer un esfuerzo suplenientarlo, llegando incluso a la situación límite de cantar él solo los dúos de amor entre Céfalo y Pocris en la preciosa ópera de Hidalgo y Calderón Celos aun del aire matan.

Sin embargo, a causa del inconveniente inicial, Hesperión XX pudo ofrecer buenos ejemplos de sus espléndidas realizaciones de páginas del siglo XVII procedentes del mundo del teclado. Con diversos instrumentos de arco, chirimias, bajones, sacabuches, clavicémbalo, guitarra, arpa diatónica, etcétera, el grupo que dirige el gran violagambista catalán Jordi Savall demostró lo que es posible hacer con el viejo repertorio hispánico cuando se trabaja seriamente y se ejecuta con esa autenticidad y rigor. Se podrá discutir a Savall la necesidad de introducir otros instrumentos en su grupo (violines y violones, sobre todo), pero no puede negársele capacidad realizadora y haber obtenido un gran encanto tímbrico para el grupo.

El clavecinista holandés Ton Koopman dejó constancia de su gran técnica en un recital que incluía autores desde el Renacimiento hasta el Rococó. Al día siguiente, Koopman acompañó a Nigel Rogers en un bello programa dedicado a lo que constituye una especialidad del célebre tenor inglés: la música de Italia y del Reino Unido a comienzos del barroco. música más o menos relacionada con los orígenes del teatro lírico en esos países.

La soprano suiza Ingrid Frauchíger y un conjunto instrumental integrado por Mariano Martín, flauta. Rudolf Lutz-Gutscher, clave, y José Vázquez, viola da ganiba, ofrecieron un concierto de música de cárm ara netamente barroco, con una primera parte dedicada íntegramente a Telemann, una segunda, más variada, con cantatas de William Croft y Händel, en los que lució una voz notable Ingrid Frauchiger, y la Sonata en sol menor, para viola da gamba y clave, de Juan Sebastián Bach. Esta obra constituyó lo mejor de la velada, gracias a la actuación de José Vázquez, un gambista de impecable técnica, bello sonido y elegante fraseo.

"Sosiego musical"

De cuantos se han venido celebrando hasta ahora en el curso de música barroca, el concierto cumbre -por los resultados- ha sido el ofrecido por la soprano holandesa Miecke van der Sluis, con un conjunto instrumental integrado por el violín barroco François Fernández. la viola barroca Allison Bury, el violonchelo barroco Wouter Möller y el clavecinista (y director del grupo) Bob van Asperen.Son unos instrumentistas extraordinarios, perfectamente conjuntados, como lo demostraron en sus versiones de las Symphoniae, de Scheldt, y la Sonata, de Fontana: pero, además, poseen una belleza y equilibrio sonoro muy necesarios cuando se trata de hacer sonar una música tan delicada como es la del primer barroco. Si François Fernández demostró ser uno de los violinistas barrocos mejores de Europa. Van Asperen volvió a sentar magisterio desde el clave, y Wouter Möller levantó una gran ovacion tras su espléndida Sonata en re mayor, de Telemarín. Pero la gran triunfadora de la noche fue la soprano holandesa Mieke van der Sluis discípula de Erna Spooreríberg y Max van Egmond.

La joven holandesa cantó con una maravillosa delicadeza de timbre y, afinación perfecta. conseguida sin hacer uso para nada del vibraio. Con sohríedad interpretativa, Mieke van der Sluis dio una versión emocionante de las efusivas melodías religiosas de Johan Philipp Krieger, haciendo real para el público el título general que las diera el compositor nuremburgués: Sosiego musical para el espíritu (Weissenfels, 1697), Con idéntica Finura vocal y virtuosismo ejecutó una de las numerosas cantatas del fraile boloñés Attilio Ariosti, que anduvo por lit corte española en tiempos de Felipe V.

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