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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El turismo impreciso

EL MINISTRO del ramo ha echado las campanas al vuelo, sin atender las voces de prudencia que sus expertos le daban, y ha cantado las excelencias de nuestro esplendor turístico en pleno agosto con el triunfalismo de los mejores tiempos.Si las cifras correspondientes al mes de julio, tan oficiales como imprecisas, confirman el entusiasmo de José Luis Alvarez, ministro de Transportes, podremos estar todos de enhorabuena. Pero los datos, celosamente guardados por el citado ministro durante más de una semana y utilizados en la ultima sesión del Gabinete del pasado día 20, han sido lanzados a los cuatro vientos sin que podamos contrastar cuántos marroquíes o portugueses pasan por nuestras fronteras sin ánimo de gastar un dirham ni un escudo.

Los niveles de ocupación dan, desde luego, bastante pie al optimismo desenfrenado de la Administración: Cataluña, Baleares, Andalucía, Levante y Canarias dan índices comprendidos entre el 100%, y el 80%. Incluso en las zonas del norte de España, como País Vasco, Santander, Asturias y Galicia, los niveles de ocupación han sido y están siendo incomparablemente buenos. Guipúzcoa y Vizcaya casi han recobrado el lleno total de los buenos tiempos turísticos que precedieron al terrorismo.

Los datos de julio muestran que entraron en España 7,1 millones de personas en ese mes, y la previsión oficial estima una entrada para 1981 de 39 millones de turistas frente a los 39,9 de 1978 y los 38 de 1980. Los ingresos en divisas previstos para este año podrían llegar a 600.000 millones de pesetas, lo que supone un aumento del 20% sobre la cifra del año pasado. El incremento en pesetas hay que contemplarlo teniendo en cuenta la devaluación de nuestra moneda con respecto al dólar y el casi mantenimiento de la paridad con las monedas europeas más utilizadas por los turistas que nos visitan. En cuanto a las cifras. 1981 puede convertirse en el segundo año más importante de la historia turística española, después del récord de 1978.

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Cuando el ministerio publique los datos completos del mes de julio podremos estimar cuántos visitantes han podido cruzar nuestro país-puente sin gastar un duro. Con el último informe disponible del mes de junio de este año se confirma la tendencia al alza en entradas por pasos fronterizos españoles iniciada durante los meses de abril y, mayo. Disminuyó el ritmo de entradas por carretera y aumentó por barco, tren y avión.

En junio entraron 3,3 millones de turistas, extranjeros y españoles residentes en el exterior, lo que supuso un aumento de entradas de 205.000 con respecto al mismo mes del año anterior. Analizando la procedencia y el destino de estos turistas se observa, sin embargo, que en el período enero-mayo, por ejemplo, las entradas de portugueses que cruzan nuestras fronteras desde o hacia Portugal, como emigrantes o retornados, fueron 2,8 millones, es decir, 194.282 más que en el mismo período del año anterior. En el caso de los marroquíes ocurre prácticamente el mismo fenómeno, ya que cruzaron España, en enero-mayo, 407.427, lo que supone un aumento de 113.016 sobre el mismo período del año anterior. Entre portugueses y, marroquíes se llevan una buena parte del incremento turístico del primer semestre de este año. Por ello cada vez resulta más interesante contabilizar a los turistas por pernoctación más que por paso fronterizo, que suele resultar impreciso y engañoso.

Por otra parte, los niveles récords de ocupación en agosto muestran Una vez más la necesidad de estudiar una cierta desestacionalización mediante ofertas atractivas que repartan a lo largo de todo el año el uso de nuestras instalaciones hoteleras. El optimismo del agosto turístico puede basarse también en que una gran parte de los españoles ocupa al fin sus playas. La intoxicación por aceite de colza, el terrorismo, la crisis económica, etcétera, son barreras de papel para este fenómeno universal de las clases medias llamado turismo. Cada año se confirma más el carácter casi irreversible de tal fenómeno y cada año es más urgente una revisión de la política turística, de modo que el Gobierno pueda presumir no sólo de las entradas por frontera, sino también de las operaciones de limpieza, de control de calidad, de mejora de infraestructuras que aseguren irreversiblemente los ingresos por turismo.

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