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George E. Wellwarth: "El teatro simbolista español no ha fracasado"

El crítico norteamericano analiza las razones de su frustración

La grandeza y miseria del teatro simbólico contemporáneo español, representado por autores como Ruibal, Matilla o Martínez Mediero; sus posibilidades, frustradas por la censura franquista y económica, y las razones de su aparente fracaso son temas que ha estudiado a fondo George E. Wellwarth, profesor de Teatro y Literatura Comparada en la Universidad Estatal de Nueva York y uno de los principales teóricos extranjeros que han prestado una atención especial a la actual creación dramática en nuestro país.

George E. Wellwarth, conocido en España por su obra Teatro de protesia y paradoja, en cuya segunda edición se censuró el capítulo dedicado al teatro español, es también autor de Spanish underground dramza, donde analiza en profundidad lo que él define como teatro simbolista, y ha publicado en Estados Unidos cuatro antologías de teatro español. Por otra parte, WeIlwarth edita en Nueva York una revista, Modern International Drama, en la que han aparecido numerosas obras o fragmentos de autores españoles.Ruibal, Bellido, Matilla, Martínez Ballesteros, Quiles, López Moro, Martínez Mediero, García Pintado, José Antonio Castro y los catalanes Manuel de Pedrolo, Josep Benet i Joanet y Jordi Teixidor son los dramaturgos más representativos que Wellwarth incluye dentro de la categoría del teatro simbolista, que define como «un tipo de teatro que expresa mediante una vía indirecta principios universales».

«El teatro simbolista sigue la línea de Valle-Inclán, Strinberg o lbsen y aúna influencias muy diversas, desde Brecht hasta el teatro del absurdo», explica WeIIwarth. «Su denominador común, frente al teatro de tipo realista, es carecer de referencias temporales, aunque refleje anecdóticamente una situación histórica concreta. En él se encuentran notables aportaciones a la experimentación lingüística, como en las piezas de Luis Riaza o Miguel Romero Esteo, y sobre todo a la experimentación escénica, como en El hombre y la mosca, de Ruibal, una obra que se estrenó mundialmente en Nueva York, en 1971, y que el próximo otoño se volverá a representar.

Para WeIlwarth, el teatro simbolista español contemporáneo se encuentra a la altura de los grandes teatros europeos, y algunas de sus obras están destinadas a convertirse con el tiempo en clásicos de categoría comparable a un Valle-Inclán, por ejemplo, «un autor que fue también ignorado, e incluso despreciado, por sus coetáneos», comenta.

Cuando se plantea el hecho de que el teatro simbolista no existe para el público español mayoritario, y que sus obras sólo han visto la luz publicadas en textos de corta tirada y circulación restringida, sin llegar casi nunca a ser representadas en un escenario, WelIwarth apunta una serie de razones explicativas de este fenómeno. Con una perspectiva de nueve años que median entre su última visita a España y la que realiza actualmente -un recorrido de varios meses por autores, ciudades y teatros-, WeIlwarth afirma que «no se puede hablar de un fracaso del teatro simbolista».

«Con relación al pasado hay cosas que han mejorado, como la ausencia de censura», comenta. «Pero si las obras de estos autores no se han estrenado todavía, creo que se debe a la situación general del teatro en España, que genera una especie de censura económica».

«En primer lugar, se observa una falta de salas apropiadas para representar este tipo de teatro de corte intelectual y minoritario, lugares escénicos como los llamados off-Broadway en Nueva York».

«Porotraparte está la actitud de directores y empresarios que no entienden este teatro o no quieren arriesgarse con él. Y lo mismo puede decirse de los grandes actores de la escena española que prefieren trabajar a los clásicos que comprometerse con autores noveles, como lo hizo en su tiempo Margarita Xirgu con García Lorca o el propio Valle».

Otros factores que, en opinión de George E. Wellwarth, explican el aparente fracaso del teatro simbolista en España son: la política de subvenciones estatales orientada fundamentalmente hacia la recuperación de los autores cIásicos y la inexistencia de críticos capaces de valorar lo que este teatro representa. «La mayoría de los críticos considerados como expertos y entendidos denigra el teatro simbolista por ignorancia y falta de inteligencia», afirma WelIwarth.

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