Insólito aumento del interés de los italianos por sus museos
Ya no son sólo los extranjeros los que acuden a ver las obras de arte
En Italia, en los últimos tiempos, crece el interés por los museos de arte. La gente va más a visitarlos. En Roma, concretamente, una ciudad que no se sabe si tiene más iglesias o museos, está aumentando el número de visitantes locales. Es decir, no es verdad que son sólo los turistas y los extranjeros quienes pierden o ganan tiempo visitando las joyas de arte. Son los romanos quienes están descubriendo el gusto por sus obras de arte, admiradas en todo el mundo.
La polémica surgida en este país después del fenómeno de los bronces de Riace, además de la fuerza de la publicidad que ha arrastrado a millones de personas a hacer colas bajo un sol de fuego para contemplar a los guerreros griegos, ha llevado a estudiar el problema de la sed de cultura artística de los italianos. Los primeros resultados confirman que no era cierto que antes de los bronces de Riace la gente no iba a visitar los museos: «Van a ver los músculos de los guerreros griegos y no saben que existen en Roma las salas de Rafael», había dicho un sociólogo criticando a la Prensa.Pero, en realidad, el fenómeno de los dioses griegos ha servido para despertar la curiosidad de muchos que antes no iban nunca a un museo. Más aún, ha servido para descubrir el orgullo artístico regional. La lucha entre Regio Calabria y Florencia, por ejemplo, para adueñarse de los guerreros de Riace ha servido para que en otras regiones se haya planteado la cuestión de desempolvar las propias joyas artísticas, de darles publicidad, de valorizarlas y de abrirlas al público, ya que la situación de los museos italianos había llegado a una situación límite de abandono que gritaba al cielo.
Cada día se va descubriendo mejor que no era gusto lo que faltaba a la gente, sino mas bien posibilidades e información para conocer el arte escondido en tantos museos abandonados, olvidados, empolvados o incluso cerrados. Baste pensar en toda una serie de salas del Museo Nacional romano que es uno de los centros de arte antiguo más ricos del mundo. Estas salas desde hace mucho tiempo están cerrados por miedo a que se desplomen.
Ahora, gracias al entusiasmo suscitado por los guerreros griegos, cuyas fotografías gigantes es lo primero que los turistas extranjeros se encuentran en las autopistas al llegar a Italia, las autoridades han empezando a abrir la mano y el bolsillo para que puedan restaurarse, embellecerse y abrirse al público los mejores museos del país.
La antigua Roma
De cualquier modo, se ha podido comprobar que en los últimos años el aumento de visitas a los museos, a pesar del descuido de los gobernantes, ha ido aumentando siempre. Basten algunas cifras: en Roma, por ejemplo, los principales centros artísticos habían sido visitados en 1977 por 3.100.000 espectadores, y en 1980, casi por cinco millones. Sólo el Foro Romano en el mismo período de tiempo ha sido visitado por medio millón de personas más. En los museos capitolinos, los visitantes han ganado en 200.000 a los visitantes de los museos vaticanos, que hasta ahora batían el récord en Roma, con un total de 1.600.000 billetes vendidos al año.El Museo Prehistórico y Etnográfico Pigorini ha pasado este año de la media de 6.000 visitantes al año a 36.000. Se ha duplicado el número de personas que han visitado el Museo de Arte Oriental, y la curva sigue aumentando en los últimos meses, por lo que se refiere a todos los museos de Italia. Al mismo tiempo, los catálogos de las obras de arte, como afirma Marco Marina en Corriere della Sera se han puesto a precio de oro, empiezan a ser secuestrados por los fanáticos coleccionistas y han empezado a agotarse.
El Ayuntamiento de Roma, viendo este despertarse del interés por las visitas artísticas, ha tomado una decisión que ha empezado ya a despertar mucho interés y curiosidad. Desde el otoño a la primavera serán organizadas tres grandes exposiciones que llevarán el titulo de Roma subterránea. La ciudad que está bajo nuestros pies. Una estará en el Coliseo; la segunda, La Roma desde Napoleón a Pío IX, en el templo de Antonino de Faustina, y la tercera, que tratará de la Roma del ochocientos, aún no se sabe dónde será colocada.
No pudiendo llevar a los turistas a visitar los subterráneos de Roma, estas exposiciones serán como «un paseo imaginario bajo la ciudad». Poder visitar los tesoros subterráneos de Roma es un problema, porque en realidad no se conoce bien el propietario. No son. ni del Estado ni del Ayuntamiento. La mayor parte son del Vaticano o de iglesias privadas.
Entre la Roma de hace 3.000 años y la actual existe un espacio de unos veinticinco metros. En estos veinticinco metros existe un verdadero tesoro. Toda una serie de indicaciones externas recordarán dentro de poco a los romanos y a sus visitantes extranjeros lo que en determinados puntos de la capital existe bajo tierra. Será un modo, afirman en el Ayuntamiento, de refrescar la memoria y de apreciar mejor «lo que vamos pisando sin damos cuenta».
Se podría decir que los dioses griegos han sido, como unos mensajeros del profundo mundo del arte antiguo que han recordado a los perezosos habitantes de esta Roma increíble que están viviendo en la cuna de una de las mayores civilizaciones del pasado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.