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La dimisión del jefe de la casa civil de la Presidencia de Brasil hace peligrar el proceso de democratización

La dimisión "irrevocable" del general Golberi do Couto e Silva, jefe de la casa civil del presidente de Brasil, Joáo Figueiredo, revela una crisis en el poder que, en opinión de muchos observadores, reviste una gravedad inusitada para el régimen militar instaurado a raíz del golpe de Estado de 1964.El general Golberi, a punto de cumplir 70 años, hizo pública su decisión el pasado jueves. Y la primera pregunta que se hacen en Brasil es qué va a pasar con la política de apertura democrática por él emprendida tras la salida del presidente Ernesto Geisel.

Aunque no se han revelado oficialmente los motivos que subyacen tras la dimisión de este personaje clave en la política brasileña, lo cierto es que no constituyen un misterio. Hace ya varias semanas que los observadores políticos habían detectado- crecientes desacuerdos entre el jefe de la casa civil del presidente brasileño y diversas medidas de orden social y económico, que en su opinión contradicen el proceso de redemocratización gradual y controlada que se había emprendido.

Para el general Goiberi do Couto e Silva, el problema del actual régimen reside fundamentalmente en resolver el dilema existente entre la necesidad de flexibilidad política imprescindible en un proceso de democratización y la firmeza exigida por la gravedad de la crisis económica. No obstante, para el jefe de la casa civil del presidente, la solución política debe prevalece y absolutamente sobre la solución económica.

A este respecto, se han venido sucediendo serias fricciones entre el general Couto e Silva y Antonio Delfim Netto, ministro del Plan y principal coordinador de la política económica del Gobierno.

El desacuerdo entre ambos político ha sido más evidente durante los últimos días en relación a la crisis por la que atraviesan los mecanismos de previsión social. Teniendo en cuenta que su salvación es indispensable para que cuaje el proceso de redemocratización y con él la victoria del partido gubernamental en las elecciones de 1982, el general Couto e Silva preconiza una reforma profunda de su Administración, a la que ha llegado a calificar de incompetente y desorganizada.

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