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La Sociedad de Estudios Vascos se revitaliza

La publicación esta misma semana del número setenta del Boletín de la Sociedad de Estudios Vascos (Eusko Ikaskuntza) significa la reaparición, 45 años después, de una revista que, desde la fundación de la mencionada institución, en 1.918, hasta el inicio de la guerra civil, en 1936, constituyó una obligada referencia para los vascólogos de todo el mundo.La Sociedad de Estudios Vascos fue fundada a finales de 1918 por las diputaciones de Alava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, en aplicación de uno de los acuerdos del I Congreso de Estudios Vascos, celebrado en Oñate en septiembre de dicho año, y en el que se aprobó «promover la constitución de una entidad que, constituida por todos los amantes de la tierra vasca, contribuya a dar permanencia a la labor del congreso en orden a difundir la cultura vasca y estudiar y proponer soluciones para los diferentes problemas de ciencia y actualidad en el país».

El congreso de 1918 supuso la institucionalización de la serie de iniciativas que desde la creación, a finales del siglo XVIII, de la Sociedad Vascongada de Amigos del País, había tratado de impulsar los estudios sobre la lengua y la cultura de Euskal Herría desde una perspectiva que relacionase el universalismo enciclopedista recién llegado como un eco de la Revolución Francesa, con un cierto espíritu de renacimiento cultural vasco, surgido en la misma época. Así, y como antecedentes más señalados, cabe citar el congreso vasco celebrado en Bayona en 1857, presidido por Luis Luciano Bonaparte, al que seguirían los de San Juan de Luz, París y Biarritz, en 1897, 1901 y 1911, respectivamente.

El objetivo «unificador y directriz del renacimiento de nuestra cultura» que se asignó desde su fundación la Sociedad de Estudios Vascos se plasmaría un año después en la creación de la Real Academia de la Lengua Vasca, y posteriormente en la dotación de cátedras de eusquera en Madrid y Barcelona y la organización, entre 1918 y 1936 de los congresos de estudios vascos de Pamplona, Guernica, Vitoria, Vergara y Bilbao. También en la edición de más de sesenta obras especializadas y en la elaboración, a propuesta de diversos organismos públicos, de informes y dictámenes históricos o jurídicos, como el anteproyecto de Estatuto de Autonomía, redactado en 1931 a requerimiento de la asamblea de alcaldes vascos .

Aunque Eusko Ikaskuntza no llegó a.ser expresamente prohibida, la sociedad entró, tras la guerra civil, en un período de hibernación. Algunos de sus antiguos socios, la mayoría de los cuales se encontraba en el exilio, intentaron dar continuidad a la labor anterior mediante diversas instituciones creadas en el País Vasco francés en los años cuarenta. De ellas, las más importantes serían la revista Eusko Jakintza y la Sociedad Internacional de Estudios Vascos, constituida en Bayona el 2 de febrero de 1948, bajo la presidencia de José Miguel de Barandiarán, el más prestigioso etnólogo vasco y actual presidente de Eusko Ikaskuntza. La nueva sociedad organizaría, entre el 12 y el 19 de septiembre de dicho año, el VII Congreso de Estudios Vascos, celebrado en Biarritz, en el que especialistas de todo el mundo presentaron más de 250 comunicaciones. Parecido eco obtuvo seis años después el VIII Congreso, celebrado en Bayona y Hasparren en el verano de 1954. En él se discutieron 181 ponencias sobre temas vascos.

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