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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / EL DEBATE SOBRE EL INGRESO DE ESPAÑA EN LA OTAN
Tribuna
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El porqué de un referéndum

Dentro del debate abierto sobre la delicada cuestión del ingreso o no de nuestro país en la Alianza Atlántica, existe un problema, a nuestro entender de primera importancia, que va más allá de una contestación favorable o desfavorable a tal asunto. Dicha cuestión es la siguiente: si la decisión, en su caso, de la entrada de nuestro país en la Alianza Atlántica debe ser un asunto resuelto democráticamente por el conjunto de los pueblos de España en un referéndum convocado a tal efecto, o, por el contrario es suficiente con «algún tipo de debate parlamentario» (según recientes declaraciones de Pérez-Llorca), para dar el visto bueno por parte española al inicio de todos los trámites oficiales para el ingreso en la OTAN, amén de la votación correspondiente en el Congreso de los Diputados, en la que los partidarios del sí, dicho sea de paso, tienen de antemano asegurada la victoria, por pírrica que ésta sea.A nuestro entender, el problema en sí (o sea, la entrada o no en la OTAN), Por su carácter e importancia, así como las especiales circunstancias políticas que concurren en el presente momento histórico, recomiendan que dicho asunto trascienda del marco parlamentario y sea el conjunto de la ciudadanía con su voto, y previa campaña de debate e información pública, quienes decidan en última instancia sobre dicha cuestión.

Son muchas y de muy diverso cariz las razones que nos llevan a adoptar esta inequívoca posición. De entre ellas, queremos destacar algunas con el sano fin de aportar ideas al debate.

En primer lugar, la envergadura del problema que proponemos sea objeto de referéndum es tal, que afecta al conjunto de la vida económica, social, política, cultural, castrense, etcétera, de nuestro país.

A la hora de enjuiciar esta cuestión, parece que coinciden todas o casi todas las opiniones en discordia. Efectivamente, Javier Rupérez, secretario de Relaciones Internacionales de UCD, afirmó recientemente en este mismo diario: «Es toda una determinada visión de la sociedad y su s relaciones lo que está en juego», dando con ello una importancia de primer orden a la resolución favorable (para sí) del problema en cuestión; de igual forma, Alianza Popular considera que «la OTAN representa una común voluntad de participación en la salvaguardia de unos valores que las naciones del mundo libre han inscrito como norma esencial para la regulación de su conducta»; y tres cuartos de lo mismo ocurre en los partidos y organizaciones de izquierda, que, sin quitar un ápice de importancia al asunto (aunque, como es obvio, por otros motivos), son contrarios a la entrada en la OTAN aludiendo para ello importantes razones militares, económicas (los 50.000 millones), internacionales (el enconamiento de la disputa EE UU con la URSS y el desequilibrio de los bloques), el eventual peligro nuclear, etcétera. Parece claro, pues, que lo que nos jugamos con el ingreso o no de España en la OTAN no es asunto de poca monta.

¿No son estos suficientes motivos, los aducidos por unos y otros, como para que sean los españolitos de tractor o bono-bus quienes decidan la trifulca? Nosotros creemos que sí, que el asunto merece la pena, y que el pueblo debe exigir y conquistar el derecho a decidir sobre el mismo, y que el Parlamento, en este caso, debe delegar sus funciones (si es que por derecho le correspondieran) y favorecer la participación popular por medio de la convocatoria de este referéndum.

En segundo lugar, y parafraseando un conocido refrán castellano, creemos que el horno de la democracia no está para más frustraciones en forma de bollos, por fácil e incluso dulce que resulte para algunos su fabricación. Por nuestra parte, con su pan se lo coman. Dicho de otra forma, consideramos que en el momento actual de la política española cualquier decisión de carácter público, y ésta en concreto, debe tener presente un problema claro: es necesario consolidar la democracia frente a quienes intentan volver al más oscuro y reciente de nuestros pasados políticos (y hacernos volver a todos, incluido, si nos apuran, a Calvo Sotelo). Y la democracia no se va a consolidar en este caso si la voluntad de quince o veinte personas (la diferencia, a priori, entre los síes y los noes en el Parlamento) suplanta a la de 35 millones. La consolidación de la democracia también va íntimamente ligada a que el pueblo toque con sus manos los problemas claves del país.

Debate bueno para todos

¿Mejor ocasión para esta participación que la solución del problema de la OTAN ... ? Difícilmente. ¿Mejor ocasión que ésta para que pueblo y Ejército debatan serenamente este problema, y de paso empecemos a sacudirnos el síndrome del 23-F...? Difícilmente. De cualquier forma, bien vendrá este debate, aunque sólo sea para ir demostrando que en este país, y al día de hoy, ya no se puede dividir a la población según su grado de patriotismo y repartir prebendas según el «ismo» que en estos menesteres cada cual tenga en su haber, separando de esta forma a pueblo y Ejército aplicando el baremo Canalejas: «O el militar es más patriota que los demás, o no es buen militar».

Recordando batallas políticas ya pasadas, desde los sectores más conservadores de la sociedad se venía hablando de la necesidad de un referéndum sobre el tan traído y llevado tema del divorcio. Por paradojas de la vida, nos vemos en la necesidad de señalar que, si importante es para los españoles el tema del divorcio, al fin y al cabo se podrá divorciar quien le plazca, y existirán españoles y españolas casados, divorciados, arrejuntados o, simplemente, españoles a su aire; pero, señores, con el tema de la OTAN aquí no habrá más pinta que los bastos ni más aires que los que vengan de Bruselas y, desde luego, no habrá posibilidad de oír comentar en el Metro « ... pues fulanito ha entrado en la OTAN » como quien se acabara de casar, o «pues menganito acaba de separarse de la OTAN» como quien de un divorcio hablara. Puestos a consensuar los grandes temas de Estado, he aquí uno que necesita, o debiera necesitar, el consenso de todos, pues a todos afecta y no hay opción individual posterior.

Para finalizar, y tratando de aportar al debate algunas sugerencias que están en la cabeza de muchos, lanzamos una serie de ideas. Que las recoja quien entienda y quiera:

- Es necesario intensificar el debate sobre la OTAN en todas las entidades, partidos, medios de comunicación, etcétera.

- Creemos que es posible y conveniente aunar todos los esfuerzos que aisladamente se están dando para conseguir las firmas necesarias exigiendo la convocatoria del referéndum.

- Proponemos la convocatoria unitaria de un día nacional pro referéndum.

El tiempo, que por cierto no sobra, dirá si esto es posible.

José Francisco Gimbel, en nombre de la Permanente de la Comisión Pro Referéndum sobre la OTAN.

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