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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La economía a mitad de año

AUNQUE NO se dispone todavía de ninguna estimación oficial de carácter global que mida la actividad en su conjunto, los diversos indicadores disponibles señalan el estancamiento de la economía española durante el primer semestre de 1981, que coincide con el que registran las economías europeas.El índice de producción industrial durante el primer trimestre de 1981 fue inferior en un 9% al último trimestre de 1980. El mayor descenso ha correspondido a los bienes de consumo (un 22%), mientras que el indicador de los bienes de inversión ha tenido un comportamiento positivo del 4%. La favorable evolución del índice de bienes de inversión está reflejando una ligera recuperación de la construcción naval, así como la influencia del programa energético en la fabricación de ciertos tipos de equipos. Probablemente la depreciación de la peseta haya inducido una relativa sustitución de producción extranjera por nacional, visto el descenso de las importaciones de maquinaria. No obstante, no cabe olvidar que esta favorable comparación se realiza respecto de un período muy deprimido en el sector de bienes de inversión; la producción de camiones pesados es hoy inferior en un 60% respecto del nivel récord de 1974, y la de tractores es, asimismo, sólo el 40% de la de 1977.

El consumo, como resultado del descenso de la población laboral y de la moderación salarial, y a pesar de las transferencias del seguro de desempleo y de las pensiones, ha retrocedido en la primera mitad del año.

Según la encuesta de población activa del INE, en el primer trimestre del año la población ocupada sólo representa un 30% de la población total. Los salarios han moderado sus alzas y están creciendo en los primeros meses del año un 14,2% frente a un 15,3% en 1980, es decir, ligeramente por debajo del índice del coste de vida.

En los años pasados, la propensión al consumo había estado sostenida por una disminución de la tasa de ahorro con el propósito de mantener los niveles anteriores de consumo. Es posible que la continuidad de la recesión y los riesgos futuros del paro hayan suscitado ahora un comportamiento más cauteloso de los consumidores, que ha podido reforzarse por la demora a adquirir una vivienda o determinados bienes de consumo duradero, como el automóvil.

El sector exterior ha reflejado el estancamiento de la actividad interna y también internacional. Las importaciones no energéticas en el período enero-mayo han crecido en pesetas un 7% respecto al mismo período de 1980, pero han descendido en dólares el 14,5%. Las importaciones energéticas en pesetas han aumentado hasta mayo en un 48%, pero se ha producido un estancamiento en la cantidad de petróleo comprada y un aumento en volumen, del orden del 5%, de los restantes productos energéticos, principalmente carbón. Las exportaciones han crecido un 12,8% en pesetas, pero, medidas en dólares, se han reducido en un 10%.

Las cifras del registro de caja del Banco de España añaden una nota de mayor pesimismo a la evolución de nuestros ingresos y cobros con el extranjero. El saldo positivo del turismo es inferior en el período enero-mayo 1981 al de 1980. Como, por otro lado, el saldo de las rentas de inversión ha pasado de menos 467 millones en los cinco primeros meses de 1980, a menos ochocientos millones en los cinco primeros meses de este año, el superávit totat de los servicios se ha reducido, en dicho período, de 1.532 millones de dólares en 1980 a 956 millones en 1981. Las transferencias de los emigrantes también han caído en dólares. Así pues, a menos de que se produzca una mejora en la evolución de las exportaciones y el turismo recupere el dinamismo del pasado, el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente puede superar, incluso, los 7.000 millones de dólares a finales de año.

El sector público ha continuado aumentando un déficit encaminado a garantizar un fuerte proceso de transferencias, incluido el propio aparato burocrático. Sin embargo, la inversión pública, que representaba en 1970 el 11 % de los gastos públicos totales, sólo alcanzó un 6,8% del total en 1980. La política industrial continúa amamantando con transferencias sectores tradicionales -como el siderúrgico, el naval y el textil- que ya gozaron en el pasado de unos privilegios discriminatorios desincentivadores de las inversiones en sectores o industrias no protegidos.

Una meteorología muy desfavorable y los acontecimientos políticos del 23-F han acabado por poner sitio a la economía española. Lo sorprendente, quizá, es la resistencia de los agentes sociales a dar por perdi3a la partida. En mayo y junio, a pesar del descenso de las magnitudes monetarias, aparecen algunos síntomas de mejora: crecimiento de las exportaciones, aumento. en el consumo de energía eléctrica, expectativa más favorable según las opiniones empresariales y contención de los precios al consumo. Aunque hablar de recuperación sería muy aventurado por ahora, tampoco puede afirmarse que las fuerzas sociales -trabajadores y empresarios hayan perdido la ilusión por reemprender el camino del desarrollo tan pronto como el Gobierno les ofrezca una política económica tangible y coherente y no un conjunto de recetas y concertaciones contradictorias.

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