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LA LIDIA / VALENCIA: SEXTA DE FERIA

Un espontáneo deja a las figuras con las posaderas al aire

Hace calor en Valencia, que si no ahora tendrían las figuras el trasero constipado. Un espontáneo dejó con las posaderas al aire y a estas alturas aún andan así, Ademuz arriba.Paquirri con las posaderas al aire; alguien lo agradecerá y no nos gusta señalar. Dámaso González con las posaderas al aire, horror. El Niño de la Capea con las posaderas al aire, pobrecillo. Y todo por un espontáneo casi cincuentón miope, que se tiró al ruedo y le hizo una faena completa al quinto de los perros que soltaron ayer en Valencia, disfrazados a medias de toro.

Paquirri, Dámaso y El Niño (sobre todo los dos primeros, más afortunados con la faldera sumisión de sus animalitos) también habían hecho faenas completas, pero hay que considerar un detalle nada fútil: sus perros habían sido picados (o lo que sea) y banderilleados. El del espontáneo, en cambio, no.

Plaza de Valencia

29 de julio. Cuatro toros de Bernardo Piriz y quinto y sexto de Terrubias, escasos de presencia, sospechosísimos de pitones, inválidos y aborregados. Paquirri: buena estocada (dos orejas). Buena estocada corta (oreja). Dámaso González: estocada (dos orejas y petición de rabo). Dos pinchazos y estocada (vuelta), Niño de la Capea: pinchazo bajo, media atravesada y caída y cuatro descabellos (ovación y salida al tercio). Estocada (aplausos). Devuelto el quinto al corral, se lanzó al espontáneo Julián Calderón, que hizo una completa faena de muleta.

Al perro del espontáneo, tan inválido como los otros, nada más aparecer en la arena lo protestaron por cojo (triste sino el de los quintos toros, que los tilden de cojos) y el presidente lo devolvió al corral. Y en estas que apareció el espontáneo, volando desde el tendido, como Superman.

El momento de más riesgo de la tarde fue precisamente ese vuelo a lo Superman, porque el espontáneo, cincuentón miope, saltó desde el tendido al borde de la barrera, donde hizo rebotar el pie y de allí brincó a la arena. Pudo romperse la crisma, jopé.

Tras este alarde temerario, ponerse delante del perro era cosa baladí, de manera que el espontáneo hizo la cosa baladí y se puso delante del perro. Podemos repetir la hermosa oración, si gustó. Y tras ponerse delante del perro, dio derechazos y naturales en varias series, convenientemente rematadas con el de pecho, más esta trincherilla, aquel pase de la firma, etcétera. Y luego, de rodillas, como Paquirri y Dámaso. Igualito que Paquirri y Dámaso, molinetes, altos, bajos, medianos y toda la pesca dio.

Lo que no hizo el espontáneo fue matar, no por nada, sino porque llevaba garrota en lugar de estoque. Una imperdonable imprevisión por su parte, aunque, bien mirado, podría haberle pegado un garrotazo al perro, que era suficiente para tumbarlo patas arriba. O si le parece cruento, que mañana lleve un frasquito de aceite de colza. A fin de cuentas qué más da garrote o estoque; hoy se premian con orejas los bajonazos.

Decimos de mañana, pues las previsiones son que el espontáneo volverá a salir. Ya lleva dos días consecutivos toreando en el ruedo de Valencia. El martes lo hizo con el ejemplar de Dolores Aguirre, que también estaba sin picar. Le detuvieron los agentes de la autoridad, pero debió recuperar la libertad en seguida, pues veinticuatro horas más tarde salía de nuevo a la palestra, para repetir la faena.

El espontáneo hizo lo que Paquirri, Dámaso y El Niño, pero sin cobrar, a lo cual no hay derecho. Presenciaba el incidente y la corrida el gobernador civil de la provincia, desde un burladero. Paquirri le brindó. Sería en agradecimiento por permitir que su representante en el palco consintiera la lidia, a precios desorbitados (los precios son desorbitados en Valencia), de seis perros inválidos, mochos y con temperamento de oveja. Seriedad en Valencia, dicen que dijo el gobernador antes de empezar esta feria, ja, ja, ja, tiene gracia el gobernador.

En fin, Paquirri banderilleó por los costados de sus perros, pegó derechazos y naturales sin sentido y cobró dos estocadas que, esas sí, fueron otros tantos volapiés de excelente factura. Dámaso se rebozó con sus perrillos, a la manera que acostumbra. Niño de la Capea zapateó la arena con voluntarioso afán y no pudo lucirse más, pues los animales se le aplomaban de puro desmayo.

Los tres van Ademuz arriba con las posaderas al aire -quien quiera verlo que vaya y mire- expuestos a que se les constipe el trasero. Eso sí, con unos cuantos de cientos de miles de pesetas más en sus cuentas corrientes.

Toros, toreros, corrida, plaza y autoridad, todos a juego en Valencia. Aquí hay una crítica responsable y una afición seria que quieren devolver a la fiesta su valía, pero les va a costar mientras la muralla del taurineo siga jugando fuerte y granjeándose voluntades. De momento podrían arracimarse en torno de Julián Calderón y tomarlo como símbolo. Julián Calderón es el espontáneo. Y ese sí que acaba con todos.

Jurado del trofeo al triunfador

El jurado del premio al triunfador de la feria que otorga el Hogar Castellano-Leonés está constituido por Manuel Serrano, Manuel Tornay, Perfecto Guardiola, Manuel Pérez López, José María Aragón, Antonio Almenara, Enrique Moratalla y los críticos taurinos Juan Antonio Gericó, Las Provincias; Francisco Picó, Efe; Benlloch, Levante; Pepe Moreno, Diario de Valencia; Salvador Pascual, Aplauso; Vicente Zabala, ABC, y Joaquín Vidal, EL PAIS.El trofeo al triunfador de las corridas falleras de 1981 correspondió al Niño de la Capea, y la entrega fue efectuada ayer en un acto al que asistieron los miembros del jurado, otras representaciones del mundo taurino y autoridades locales.

El trofeo correspondiente al triunfador de la feria de julio será entregado en el transcurso de las corridas falleras en 1982.

Por otra parte, existen dudas sobre la actuación de Palomo Linares en la corrida del próximo domingo, que es la de Miura. Como es sabido, Palomo se retiró del cartel de la corrida del pasado martes, para la que estaba anunciado, pues fueron rechazados por la autoridad los toros de dicho festejo y sustituidos por otros de Dolores Aguirre, que tenían gran trapío.

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