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LAS VENTAS

Echar al público de la plaza

Corridas como las del domingo son las más apropiadas para echar al público de las plazas. La empresa Chopera, que supo recuperar a la afición madrileña mediante el solo anuncio de que reinstauraba la lidia en Las Ventas con toda su autenticidad, la invita ahora a marcharse, y si se va ya será para siempre. Chopera, con otra burla como la del domingo, puede convertirse en empresario de una plaza para turistas, y cuando éstos falten, de una plaza vacía. Eso se juega, por su mala cabeza.Aquí ocurre algún misterio. Cuando empezó su gestión, los toros tenían una presentación irreprochable, casta, derribaban, los tercios se desarrollaban en plenitud y montaba carteles atractivos. Cuatro meses después, Las Ventas se hace circo con los gallos de Morón o las señoritas toreras, y cuando parece que se anuncia un espectáculo serio, los toros, lejos de derribar, ruedan por la arena como si les faltara la vida, la mayor parte de los pitones aparecen romos, los tercios -sobre todo los dos primeros- tienden a convertirse, en capeas.

Plaza de Las Ventas

Domingo 26 de julio. Corrida a beneficio del Montepío de Toreros. Cinco toros de César Moreno, desiguales de presencia, algunos sospechosos de pitones, flojos y manejables. Cuarto de Justo Nieto, con trapío, flojo y noble. Devueltos segundo y sexto, por cojos, y sustituidos por otros de El Sierro. Uno, corrido en quinto lugar, sospechoso de pitones e inválido. El sexto, romo, manso y resabiado. José Fuentes: media estocada baja (algunas palinas). Pinchazo, aviso con retraso, otro pinchazo y dos descabellos (vuelta). Juan José: media estocada bajísima (vuelta con protestas). Pinchazo y estocada caída (silencio). Macandro: pinchazo, rueda de peones y cinco descabellos (silencio). Pinchazo, media atravesada y bajísima y tres descabellos (silencio).

Nos dicen que Manolo Chopera se ha tomado unos días de vacaciones y está ahora con sus compromisos de las ferias de agosto en otras plazas que también explota, y quizá sea esta la razón de que en Las Ventas todo o casi todo vaya manga por hombro. Pero al aficionado poco le importan tales ausencias. El aficionado, que seguramente había puesto su ilusión en el ciclo de corridas veraniegas, está indignado y empieza a pensar que para estos resultados a lo mejor no habría hecho falta tanto lío con la Diputación y tanto cambio de empresa.

A la corrida del domingo se le quita la torería del peón Martín Recio, que estuvo eficacísimo toda la tarde y corrió con temple y mando a un toro, y más vale olvidarla. Alguna cosa más hubo, como varios derechazos y algún natural de José Fuentes, de enjundiosa ejecución, al cuarto, pero ya nos contarán del mérito de esos pases, espigados entre los mil que pegó, la mayoría sin temple, a lo largo de una faena interminable, a un toro aborregado que apenas tenía fuerza.

A José Fuentes se le vio muy sobrado de técnica en la brega y perfilero, escaso de temple y abusivo con el pico en la muleta. sobre todo en su primero. Juan José instrumentó bien los naturales, pero fue muy poco teniendo en cuenta lo desmayados y tontitos que resultaron sus toros. Macandro ahogó la embestida del segundo, que era manejable, y al resabiado sexto lo macheteó, que es cuanto cabía-hacer.

Ese sexto era un sobrero de El Sierro, al que nadie fijó de salida y en lugar de lidiarlo le sometieron a los procelosos y enervantes ajetreos de una capea desastrosa para colmo dirigidos por el inexperto Aurelio Calatayud. Como era de esperar, en un minuto el sobrero ya sabía latín, y en dos, la anatomía humana, femorales incluidas. Cuando Macandro salió a matarlo, la gente disculpó sus propósitos de brevedad, y alguien dijo que no tenía la culpa. Pero sí la tenía toda, por inhibirse de la lidia,, dejarla en tan torpes e irresponsables manos.

La presentación de los toros anunciados de César Moreno fue muy desigual, con un ejemplar precioso de lámina, como el que abrió la plaza, y otros chicos y sospechosos de pitones. Dos fueron devueltos al corral por ojos y nos parecieron pocos. Los sobreros de El Sierro eran pocos y el que se corrió en quinto lugar, que salió ya derrotado de chiqueros, no tenía fuerza. Tampoco la tenia el cuarto, de Justo Nieto, aunque estaba bien armado y le embellecía su condición de bragado corrido, y calcetero en tres patas. De cualquier forma, la corrida fue una broma pesada, de las que no se aguantan.

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